PSOE, de la misma mierda es a ese oscuro objeto de deseo
Hoy se cumplen tres meses de las últimas elecciones generales y, de momento, no hay nuevo gobierno. Si algo ha quedado claro en este período es que el PSOE se ha convertido en el deseo de cada una de las organizaciones que obtuvieron representación parlamentaria.
El PP sueña con una Gran Coalición al estilo alemán, es decir, que el PSOE aporte (ya que tienen tantas coincidencias con los de Mariano no les resultaría especialmente traumático) los diputados que le faltan al PP para co-gobernar.
Ciudadanos no solo sueña, sino que firmó un pacto con los de Sánchez, que vendieron como el gran acuerdo de gobernabilidad, sin atender que les faltaban 37 diputados para poder gobernar.
Podemos, IU, Compromis… sueñan con que el PSOE mire a su izquierda. Y para ello están dispuestos a hacer tabla rasa y olvidar el papel nefasto del partido de los Corcuera y Barrionuevo en estos años (recordemos que han gobernado 22 años desde la muerte de Franco), y que son pieza clave en el apuntalamiento del capitalismo patrio, de la OTAN, de la monarquía, del desempleo y la precariedad, y el poder del IBEX. Nada de eso parece importarles a los Iglesias/Garzón que insisten una y otra vez en la necesidad de un “gobierno del cambio”. Quizás, influenciados por aquel eslogan que trajo la Agencia de Publicidad que trabajó con el PSOE en 1982 “Por el cambio”. La política de parcheo (tan afín a los partidos reformistas) y derogación de leyes reaccionarias que aplicó el PP (LOMCE, Mordaza…) no necesitarían ni siquiera de un cambio de gobierno, valdría con presentarlas en la Cámara y a hacer valer que el PP sólo tiene ahora 123 diputados.
El PSOE es necesario para reformas pero no para cambios, lo que deberían dirimir los Podemos, IU y Compromis es si este país necesita reformas o cambios profundos, si institucionalismo o movilizaciones (lo que se viene demostrando con la ausencia de cientos de miles de personas en las calles es que ambas parecen ser antagónicas).
Cierta izquierda sigue empeñada en elevar a categoría de pragmatismo la política consumada del “menos malo”. Los dueños del sistema festejan desde años esa práctica. Incluso han acuñado con éxito mediático palabras como “utopía” o “ilusos” para los que vemos agotada la etapa de reformas y sí necesaria una ruptura con el poder establecido. Obviamente, también contra el PSOE.
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