Adolfo Barrena Salces.- Ayer, madre mía que hartazgo y cansancio, estuve esperando a ver que salía de esa sobreanunciada conferencia de presidentes para ver que hacían ante el puñetero bicho que sigue campando a sus anchas.
Ya me pareció mal que el Presidente generase expectación el domingo para, en vez de tomar medidas, anunciar una reunión para este miércoles.
Lo de ayer ya me parece un absurdo y una tomadura de pelo. Salir con el acuerdo de las mascarillas en la calle, como medida estrella, es una demostración palpable de que nadie quiere asumir responsabilidades. Ni Sánchez ni ninguno de quienes gobiernan en la Comunidades Autónomas. Han dejado meridianamente clara su cobardía. Nadie quiere asumir el posible riesgo electoral de tomar unas medidas necesarias pero, que gracias a la burricie constatada de este país, son impopulares.
Lo cierto es que, salvo esa parte de gente que tenemos sentido común, el personal no está nada preocupado con la decisión.
Viene a dejar las cosas como estaban, no se restringe el ocio, se puede ir de marcha, puedes irte de bares y, encima, puedes quitarte la mascarilla una vez dentro.
Otra gente, esta ya más peligrosa porque gobierna y toma decisiones, está también feliz porque como no se apuesta por reforzar la sanidad pública, aparece la privada como "salvadora" de la situación y allana el camino para la privatización.
Otros felices y encantados porque estas decisiones tan incomprensibles potencian la antipolítica, el "cuñadismo", el "todos son iguales" y eso favorece a los populismos salvapatrias.
Luego ya tenemos la cosa esa de derivar la responsabilidad a la ciudadanía, lo del "autocuidado" que esgrimen personajes como Díaz Ayuso. Ese "autocuidado" alternativo a los centros de salud saturados, el que te lleva a pagar, si es que puedes, por un test, el que te permite no ir en un tren o autobús abarrotado para ir a trabajar, no es más que definición absoluta del "sálvate si puedes" que no es más que expresión del individualismo feroz al que el sistema nos somete.
La responsabilidad que nos derivan no puede resolver la liberalización de patentes sanitarias para que la vacuna llegue a todo el mundo, no puede contratar ese personal sanitario que falta, no puede imponer restricciones necesarias. No puede, tampoco, imponer sentido común y responsabilidad a esa tribu de irresponsables que diariamente vemos ponerse, y poner a los demás, en riesgo.
Con todo, lo que han conseguido, y eso le viene también muy bien a mucha gente, es que se habla de mascarillas en vez de hablar del sistema sanitario público que sufre la pandemia salvaje del empobrecimiento constante como camino que lleva a la privatización.
Una pena. Con todo, cuídense mucho, pónganse las mascarillas, pero alcen la voz para defender la sanidad pública que es lo que, además de la salud, nos estamos jugando.