Adolfo Barrena Salces.- Ya perdonarán la frivolidad del título, pero no sabía como empezar este texto de hoy.
Ayer, en una de esas gloriosa, a la vez que impresentables, actuaciones de la presidenta madrileña en la Asamblea de esa tierra que tiene la desgracia de soportarla, dijo que "no podemos regalarle la educación a todo el mundo porque no es sostenible el sistema".
Hay que empezar por decirle a este personaje que la educación, como todos los derechos, no puede depender de esa cosa tan poco justa, como los regalos que, como es natural, se hacen a quien se considera oportuno hacerlo. El regalo tiene una connotación más perversa porque, en ocasiones, los regalos son la forma de comprar voluntades, o de pagar favores. No señora, no. La educación no se regala, se asegura que la ciudadanía tenga acceso libre y universal a ese derecho.
La segunda parte de su afirmación, lo de la "insostenibilidad" de un sistema público educativo de calidad, es de un cinismo atroz. Lo dice quien presume de rebajar impuestos a las rentas más altas, a quienes más patrimonio tienen, y quien se compromete a seguir quitando impuestos.
Lo dice quien paga cosas tan sostenibles como la presencia de curas y monjas en los servicios públicos, lo dice quien monta chiringuitos tan "necesarios" y "sostenibles" como la oficina de defensa del español para un amiguete o que da ayudas millonarias al toro de lidia.
Lo dice una cínica redomada que, con la que ha caído en esa noble tierra que preside, añade que "si pagáramos la educación para todos, ¿qué haríamos con las residencias?".
Pero nada, esta tipeja fue elevada a los altares porque permitió tomar cañas, irse de compras y salir de copas.
¡¡Que esperpento de país tenemos¡¡
Y no me digan aquello de que se jodan los madrileños por votarla. Hubo mucha gente de Madrid que no la votó, pero la sufre, igual que sufrimos todas y todos que personajillos de este tipo les ensalcen todos los días desde la prensa y las tertulias. ¿O es que no han oído nunca eso de que si yo fuera madrileño votaría a Ayuso?
