Adolfo Barrena Salces.- Náusea continua y vomitiva siento cada vez que miro hacia Madrid.
Me duele Madrid, me duele profundamente, me duele por dentro, con esa rabia sorda que no encuentra salida. Me duelen las buenas gentes madrileñas. Nótese que digo las "buenas gentes", no me duelen todos los madrileños. Me dan un asco infinito quienes aúpan al gobierno a incompetentes mentirosos y mentirosas, quienes avalan con sus actos, y con su voto, a esta gente clasista, racista y xenófoba.
La decisión de confinar solamente a distritos y zonas de trabajadores y trabajadoras es un ejemplo, profundamente asqueroso, de segregación de clase, de ataque a los/as más débiles, de responsabilizar de su inutilidad y mala gestión, a las buenas gentes que viven, malviven en muchas ocasiones, con su trabajo.
Es tan absurdo, y denigrante, el tema que ese confinamiento, además de joder la vida al personal y de ser inútil para el pretendido objetivo de frenar la pandemia, es todo un proceso de exclusión social, es una aproximación indecente al gueto nazi, es tratar de aislar y confinar a personas por su condición social, es castigar a la gente por "cumplir" el papel que el capitalismo les ha obligado a vivir.
No les dejan salir salvo para ir a trabajar, para seguir siendo explotados, para cumplir ese papel que el neoliberalismo ha situado al final del ranking. Es vomitivo, por ejemplo, que un/a camarero/a tenga que salir de su confinamiento, coger un metro o autobús abarrotado, ir a poner cañas y tapitas a las gentes guays de Serrano, que tenga que volver a su casa en el mismo metro o autobús abarrotado y no pueda ir a tomarse una caña al bar de su barrio porque, además de tener que confinarse, lo han cerrado. Todo ello, según esta cínica y mentirosa que gobierna, para frenar la pandemia.
No la frena con más y mejores servicios públicos sanitarios, con más frecuencia de metros y autobuses, con más rastreadores, no se plantea los motivos sociales, económicos y laborales que hacen que la gente viva, o malviva, en pisos de 40 metros, ..., no, dice que se frena confinando a los barrios y distritos que más sufren la pandemia, aunque el virus lo hayan cogido en el metro o sirviendo una caña en esa terraza del Barrio de Salamanca en la que la gente se quita la mascarilla mientras fuma y se toma la cerveza.
Náusea asquerosa al ver la doble vara de medir de esta gentuza. El alcalde madrileño, el que defendía las manifestaciones del cayetanismo a golpe de cacerola diciendo que eran para "defender derechos", dice ahora, que las manifestaciones vecinales denunciando la marginación que es el confinamiento son para los barrios obreros son irresponsables.