Adolfo Barrena Salces.- Hoy, imposible no hacerlo, hay que hablar de lo que se vivió ayer en el Capitolio porque estamos ante un ejemplo claro y manifiesto de lo que es el fascismo.

Trump, ese histriónico millonario, racista, xenófobo, misógino y fascista llegó al poder en un proceso democrático que todo el mundo aceptó.

Cuando las urnas dicen que su mandato ha acabado sale el fascista que lleva dentro, agita a sus hooligans, intenta ganar la partida con procesos judiciales y cuando no lo consigue, saca sus masas a la calle y asalta el Congreso. No lo rodea, como quiere comparar la derecha casposa de este país, con protestas ciudadanas. No lo rodea, lo asalta, entra con armas, como hizo aquí Tejero en 1981.

El golpe de estado que ayer intentó Trump, con sus violentos seguidores, es fascismo puro. Es la demostración de que el fascismo tan solo "acepta" la democracia cuando esta les sirve como mecanismo para mantener el poder y sus privilegios. Cuando la democracia les saca del sillón del poder y, por consiguiente, de la toma de decisiones, ya no les sirve y por ello ya no valen las reglas del juego democrático. Esta gente, y están por todas partes, piensa que el pueblo no es soberano, que el poder no viene del pueblo, sino que el poder viene de ellos mimos y de la voluntad de sus líderes.

El caso de Trump es un ejemplo claro de que con el fascismo no valen titubeos, ni pueden reírsele las gracias, ni puede mirarse para otro lado. Ha sido muy tibia la respuesta, a nivel local y mundial, a las "trumpadas" que el personaje ha protagonizado desde la Casa Blanca. Al fascismo se le combate.

No quiero dejar de hacer una reflexión referida a nuestro país. Aquí Trump es el referente de la extrema derecha. Por las redes hemos visto a miembros, incluso cargos públicos, de la extrema derecha definir como "patriotas" a quienes asaltaron el Capitolio y justificarles diciendo que "defienden la democracia que va a ser vulnerada por un fraude electoral". Son los mismos que no aceptan el Gobierno PSOE-Unidas Podemos. Son quienes llaman "ocupa" a Pedro Sánchez, quienes dicen que este gobierno es "ilegítimo". Como Trump no aceptan que las urnas, soberanamente, dieron la posibilidad de un Gobierno en coalición. Es muy peligroso, es fascista, cuestionar lo elegido democráticamente y refrendado por el Congreso.

Estamos viendo como, esas mismas gentes, por encima de todo, lo único que buscan y pretenden es romper el Gobierno democráticamente elegido que tenemos. No importa la pandemia que vivimos, ni la situación de emergencia. Tan solo interesa el bloqueo y el desgaste contínuo porque piensan que el poder es patrimonio de ellos. Llegan a decir que quienes claman por fusilar a medio país "son los suyos".

Estas mismas gentes, para quitar hierro al intento de golpe de estado fascista del trumpismo, comparan lo sucedido con las convocatorias ciudadanas para rodear (nunca entrar, ni asaltar) en el Congreso. La ciudadanía rodeaba el Congreso harta de la corrupción, del mangoneo y del robo manifiesto que fue hacer pagar la crisis económica a las clases populares. No querían un golpe de estado, sino recuperar la dignidad y la democracia.

La ciudadanía rodeó, tampoco entró, el Parlamento andaluz para exigir que no hubiera un gobierno apoyado en la extrema derecha.

No le den vueltas, lo sucedido ayer en el Capitolio fue un intento de golpe de estado fascista, alentado e impulsado por un fascista que ha contado, y cuenta, con el apoyo de fuertes intereses económicos.

Aquí, en nuestro país, también hay fascistas a quienes la democracia tan solo les sirve cuando gobiernan. No lo olviden.