Pascual Gómez Yuste. Cieza. 25.04.2024.- El saber y el saber decir de Bartolomé Marcos y Francisco J. Salmerón caracterizan sus intervenciones públicas. Al oyente le llega la vehemencia, el contundente ardor de su entusiasmo, ya hablen de literatura o de historia. Cuando se trata de libros, ambos son capaces como nadie de comunicar la necesidad imperiosa de leer la publicación de la que están hablando, y su desparpajo verbal convierte la literatura en algo suculento, apetecible, inmediatamente deseable, como nos ocurre cuando oímos a un gourmet hablando de cierto plato servido en un cierto restaurante. No se me ocurre mejor función para un articulista como Marcos y un historiador como Salmerón, prologuistas de la obra.

Algo así ocurrió este miércoles en la Biblioteca Municipal Padre Salmerón, donde el público asistente a la I Feria del Libro del Valle de Ricote se marchó de la presentación de ‘Paisajes y lecturas’ con las ganas de leer este libro. El gusto por volver a hacer libros como oficio, no como negocio, y el compromiso por los valores humanos impulsan el quehacer de la editorial independiente Almadenes. Y cuando Rosa Campos, una de sus responsables, se aparta el pelo de la cara es como si se quitara de delante de los ojos toda la mediocridad y la rutina que suele interponerse entre nosotros y las cosas, para mirarlas de nuevo. Ésta, creo yo, es la facultad que distingue a mujeres como ella.

Además de coincidir en la revista ‘Cultura de notas’, ¿qué pueden tener en común los escritores Pedro D. Gil López (Cieza, 1961) y Jesús A. Salmerón Giménez (Cieza, 1959-2017)? La respuesta está en la capacidad de asombro y de sorpresa con que se aprecia la vida. Esta obra conjunta lo demuestra porque está sugerida, página a página, por sus miradas más genuinas, los rasgos que definen su existencia, los gestos que revelan la condición del alma humana, pero que gracias a ello se beneficia la literatura. Cabe recordar que esta misma editorial tuvo el pronto feliz de publicar ‘La estación’, de Juana Martínez Vázquez, o ‘Ataraxia’, de Javier Mateo Hidalgo, entre otros títulos.

En pocos escritores, mejores o iguales que ellos, se da una fusión tan plena de literatura y vida. ‘Paisajes’, de López, se alimenta de “lo que ha vivido, y también de lo que ha leído, en fructífera simbiosis, en paz consigo mismo, con el mundo y con la vida”, explica Marcos. El prologuista acierta a destacar que “es sobre todo un escritor experiencial, aunque aún es persona joven, abierta a nuevas experiencias, también en los territorios de la poesía y de la literatura en general, pero siempre con la impronta inconfundible y característica del amor a la naturaleza y la entrega resuelta y decidida a la pasión de vivir”. El mimo de la prosa la hace sensorial, siempre dentro de destellos y matices.

Se trata, en último término, de reflejar una realidad a la medida humana, completa y fragmentaria a un tiempo, dando lugar a textos como ‘El Menjú, ese paraíso perdido’, ‘La cantera de mármol de Los Losares’, ‘Entre el Majariego y la Mojonera’, ‘El monte del Picarcho’ o ‘El Almorchón’. Lo que el autor detecta con su sensibilidad debe entregarlo en forma de palabras. “Musicalidad y cadencia de una prosa, poética, que te lleva en volandas, que te transporta y que te mantiene en el mejor de los disfrutes. Una tierra dura y áspera, en relación dialógica con un enamorado cantor”, sentencia Marcos. Lugares puede que reales que se hacen oníricos en las cabezas de quienes los viven, porque los cuenta quien los descubre.

Las palabras con las que Francisco J. Salmerón inicia el prólogo de la segunda parte del libro, ‘Lecturas’, son al respecto profundamente reveladoras: “Aunque su relación con la literatura había comenzado antes, en esos años 70 de su primera juventud, con la forma de un fogonazo de luz tropical, en el momento en que descubrió a García Márquez y su realismo mágico, un estilo literario del que fue su mejor representante. Aunque mejor que sea el propio Jesús quien relate el mágico encuentro”.  Por si aún quedaba alguna duda de que Jesús A. Giménez se hizo un hueco importante en el panorama literario local, Almadenes se ha encargado de disiparla con la aparición de este trabajo.

La relación personal con el paisaje urbano de su pueblo natal, los recuerdos de juventud en los que la muerte sólo era un espejismo lejano entre la intensidad inacabable de los días y sus primeros pasos como escritor será lo que surja a través de la prosa de Salmerón. “Es probable que los lectores de estas ‘Lecturas’ hayan ya percibido que es el propio Jesús quien se ofrece a sí mismo en los textos que siguen, en una bella transposición mediante relatos impecablemente realizados y dedicados a los poetas y escritores que quería”, explica su hermano. Fue la nómina de autores que siempre prefirió, la que le hizo gozar más como lector, la que más contribuyó a su formación intelectual y a la que debió buena parte de sus convicciones literarias y personales.

En este libro está una parte de la esperanza de la inmortalidad del pensamiento. Por encima de los recuerdos personales, de la peripecia humana y de su atractiva personalidad, Pedro D. Gil López y Jesús A. Salmerón Giménez son una verdadera voz. Un relato tras otro van conformando un fresco de la vida en Cieza. “Literatura y vida impregnan estas páginas sembradas con talento por ambos autores”, que son una fuente inagotable de emoción. Momentos experimentados en su lectura como una felicidad, que es la felicidad otorgada. Es la sensación que emana de cada relato, porque ambos escritores han tenido el poder de recoger momentos vividos y atraparlos con la palabra.