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Siete claves de los avances feministas: de las violencias sexuales al aborto sin tutelas Featured

El relato de las violencias sexuales del '#Metoo' y '#Cuéntalo', la violencia institucional, la ampliación de la violencia de género... Así han sido algunos de los logros del feminismo en los últimos años.

Marisa Kohan / Público.- Los últimos años han sido testigos de un fulgurante avance del movimiento feminista. Las grandes manifestaciones y huelgas que se han producido en diversos países en 2018 y 2019 han puesto de relieve el poder transformador y de lucha de un movimiento que ha tenido dos ejes fundamentales: la lucha contra las violencias sexuales y el empuje por la diversidad. Tal como afirman diversas feministas, nunca en la historia se había visto en tan corto período de tiempo un resurgir de las movilizaciones y las reivindicaciones feministas, aunque las reacciones a este movimiento han sido también históricas.

Una reacción que podría resumirse con la frase "ladran, señal que cabalgamos". El feminismo ha pasado de ​ser un movimiento restringido a convertirse en un auténtico fenómeno de masas. Un cambio que muchas activistas fechan en nuestro país en las concentraciones del 15M de 2012, y que ganó ímpetu con las masivas protestas contra la primera sentencia de La Manada (en la que los magistrados no vieron violencia ni intimidación en una terrible violación de cinco hombres a una joven de 18 años y en la que incluso un voto particular de uno de ellos pedía la absolución por ver en los hechos "jolgorio y regocijo").

Las reivindicaciones contra las violencias sexuales y un sistema de justicia que minimiza a las mujeres han estado en el sustrato de las luchas por cambiar relatos e instituciones que no funcionaban.

1. Del '#Metoo' al '#cuéntalo'

El relato sobre las violencias sexuales que sufren las mujeres tuvo una gran sacudida en 2017, cuando un grupo de mujeres ligadas al mundo del cine se atrevieron a denunciar públicamente a uno de los popes de la industria: Harvey Wenstein. El relato de varias actrices con el apoyo de algunos de los grandes medios (como The New York Times, que le dio cobertura), propiciaron en todo el mundo un recuento masivo en redes sociales de las violencias sexuales.

La sentencia de la manada y el relato de la directora de este medio sobre la poca importancia que damos las mujeres a las violencias cotidianas, impulsó a la periodista y escritora Cristina Fallarás a pedir en sus redes sociales que las mujeres compartieran sus historias de violencia con la etiqueta de #cuéntalo. En apenas dos semanas más de tres millones de mujeres compartieron en Twitter sus historias, iniciando un relato colectivo que nunca antes se había conocido. "Una forma de crear una historia colectiva, de identificarse con las demás que ha modificado nuestra manera de mirarnos", afirmaba entonces Fallarás. Una forma de mirarnos que acabó cambiando leyes y la forma en que se contemplaban hasta entonces las violencias sexuales.

2. De 'La Manada' al 'solo sí es sí'

En España, la sentencia contra La Manada espoleó una respuesta ciudadana que no había calado en años anteriores. Fue la manifestación del hartazgo hacia las sentencias judiciales que enjuiciaban más a las mujeres víctimas que a los agresores (la necesidad de probar si se habían resistido suficientemente) y hacia la resistencia de la Justicia a entender los estereotipos y lo que ocurre a una víctima de estas violencias que acababan ejerciendo sobre las mujeres más violencia. Una violencia institucional que hasta el momento no había sido suficientemente verbalizada.

Lo insoportable de aquella sentencia espoleó al Ministro de Justicia del PP, Rafael Catalá, a iniciar un proceso de revisión de la ley que ha acabado en la presente legislatura con la aprobación de la ley de libertad sexual, más conocida como la del solo sí es sí.

3. De la violencia en la pareja a las violencias de género

El Convenio de Estambul, una de las normas sobre derechos humanos de las mujeres más importantes, no sólo afirma que las violencia sexuales deben ser medidas en función del consentimiento y no de la violencia o la intimidación que sufren las víctimas (como ocurría en nuestro país), sino que los Estados están obligados a tener leyes que prevengan y regulen todas las violencias hacia las mujeres por el hecho de serlo. La ley del sólo sí es sí avanza en esta dirección. Hasta ese momento España tenía una ley muy avanzada sobre violencia de género, entendiendo esta como la que se produce en el ámbito de la pareja o expareja, pero que dejaba fuera todas las demás (violencia sexual, matrimonio forzado, mutilación genital femenina...). Desde la aprobación de la ley del sólo sí es sí, muchas de estas violencias tienen ahora mecanismos legales de prevención, detección y reparación. Estas violencias, además, se equiparan en derechos y medios a los que antes sólo tenían las que entraban dentro de la órbita de las relaciones íntimas.

La entrada en vigor de esta norma ha supuesto un cambio de paradigma en la forma en la que se miran las violencias sexuales que ha quedado eclipsado, sin embargo, por la reducción de las condenas a violadores condenados en firme y que ha acaparado al totalidad del debate público. La propuesta del PSOE de presentar una proposición de ley para modificar la norma y reintroducir en ella el concepto de violencia e intimidación es visto por muchas feministas como un paso atrás y ha generado una seria división entre los socios del Gobierno de coalición e incluso en el feminismo.

4. La importancia de la formación

A lo largo de esta legislatura, el foco ha estado puesto en una serie de normas que garantizan, entre otras cosas, la necesidad de la formación de profesionales diversos (del sistema de justicia, de la sanidad, de la educación, de las fuerzas de seguridad del Estado...) sobre Igualdad y violencias machistas. Todas las normas aprobadas (ley del solo sí es sí, contra la violencia en la Infancia, sobre los derechos LGTBI+, o las que tienen que ver con la educación) contienen medidas para una correcta formación en perspectiva de género o de infancia. El problema, según muchas expertas, es que estas medidas no son nuevas tienen un largo recorrido en las leyes sin que se hayan materializado de forma correcta ni generalizada.

La necesidad de formación en perspectiva de género ya estaba contenida en la ley contra la violencia en el ámbito de la pareja desde su aprobación en 2004, pero también estaba en la de Igualdad, aprobada en 2007. El pacto de Estado contra la violencia de género aprobado en el Congreso en 2017 volvió a reforzar la necesidad de esta formación. Sin embargo, desde el movimiento feminista lamentan que estas medidas solo hayan estado en el papel y que no fueran trasladada a los currículums de las distintas carreras y especialidades. Lo mismo ocurre con la educación en igualdad o coeducación, que sigue sin ser una realidad en nuestro país. El que no se haya avanzado de forma importante en estas áreas es visto como una pérdida de generaciones en la educación en igualdad.

5. De las madres locas a un síndrome inexistente

Estos estereotipos tienen una influencia determinante sobre lo que les ocurre a las mujeres y a los niños y niñas en el sistema de Justicia. Naciones Unidas ya le advirtió a nuestro país cuando le condenó por el asesinato de la hija de Ángela González Carreño en el año 2014 y pidió a España una investigación exhaustiva de los fallos y que pusiera en marcha la formación de todos los actores que intervienen en el trato con las víctimas de dicha violencia. Los avances, más allá de los normativos, han sido escasos aún, casi 20 años después de las recomendaciones de la CEDAW.

En los dos últimos años, la Relatora Especial de Naciones Unidas sobre la violencia hacia la mujer ha emitido al menos cinco requerimientos a nuestro país, preocupada por la violencia hacia mujeres y menores en la Justicia. En alguna de ellas mostró su preocupación por la existencia de un "patrón estructural" en la judicatura española centrado en el extendido uso del llamado Síndrome de Alienación Parental, una patología inexistente que se cuela en los juzgados en casos de violencia de género y cuando una madre denuncia abusos sexuales hacia sus hijos por parte del padre.

6. La violencia institucional entra en escena

Nuestro país ha tenido avances en este sentido. La ley contra las violencias en la Infancia, aprobada en 2021, advierte a las instituciones sobre su uso. Sin embargo no pone medidas para detectarlo o sancionarlo. Nuestro país ha comenzado a reconocer que existe una violencia institucional, la que provoca el propio Estado, sobre estas madres, que en muchas ocasiones desprotege a las madres y a sus hijos. La aplicación del SAP es una de ellas. Otras se caracterizan por permitir la dilación de los procesos judiciales durante años, o por el hecho de que las mujeres puedan seguir enmarañadas en procesos judiciales extremadamente largo por las denuncias constantes de las exparejas aunque hayan sido condenadas por maltrato. Un caso paredigmático de esto es el de María Salmerón, que lleva más de 20 años sufriendo lo que se puede considerar tortura institucional.

7. Abortar sin tutelas y en la pública

Una de las últimas normas aprobadas en España es la que reforma la ley de derechos sexuales y reproductivos y de interrupción voluntaria del embarazo. Desde 2010 nuestro país tiene una ley de plazos que permite el aborto hasta la semana 14 de embarazo. Sin embargo, este derecho estaba condicionado a que la mujer recibiera información previa sobre alternativas al aborto y la obligación de guardar tres días de reflexión. La nueva norma, aprobada el mes pasado por el Parlamento, acaba con estos requisitos y deja exclusivamente en manos de las mujeres la decisión de abortar. La ley recupera el espíritu de la ley del Gobierno de Rodríguez Zapatero, y vuelve a poner el foco en la necesidad de que las interrupciones del embarazo se realicen en centros públicos y hospitales cercanos a la vivienda de las mujeres. En nuestro país, más del 84% de los abortos se realizan en centros privados concertados.

La norma, además, abre toda una nueva serie de derechos sobre la salud reproductiva y menstrual, y devuelve a las jóvenes de 16 y 17 años la capacidad de abortar sin el consentimiento paterno (un derecho que el Partido Popular había restringido en 2015). ​

Fuente: https://www.publico.es/mujer/siete-claves-avances-feministas-violencias-sexuales-aborto-tutelas.html#md=modulo-portada-bloque:4col-t5;mm=mobile-big

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