María G. Zornoza.- "Rusia está provocando hambruna en el mundo destruyendo almacenes de trigo e impidiendo a los barcos partir desde los puertos ucranianos haciendo imposible las exportaciones de cereales. No culpen a las sanciones, es el Ejército ruso el que está causando desabastecimiento", ha señalado Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, al término del Consejo de Asuntos Exteriores celebrado este lunes en Luxemburgo.
La UE sube el tono con Moscú. Y lo hace el mismo día en el que se ha producido un choque de acusaciones de Sergei Lavrov, ministro de Exteriores ruso, sobre Borrell. El español visitó Kiev el pasado fin de semana junto a su jefa, Ursula von der Leyen. Tras este viaje, tuiteó que era necesario continuar enviando armas al Ejército ucraniano porque "esta guerra se ganará en el campo de batalla". En una entrevista con la televisión estatal rusa, Lavrov le ha respondido asegurando que estas palabras representan un "giro de la política europea muy grave" y ha culpado al diplomático español de "cambiar las reglas del juego": no sé si es "rencor personal" o se le "ha ido la lengua", ha dicho.
Todo ello coincide también con la reunión del primer líder europeo con Vladmir Putin desde el inicio de la guerra. El canciller austriaco Karl Nehammer ha visitado Moscú para pedir al presidente ruso que establezca corredores humanitarios. ¿Por qué Austria? El país es un Estado miembro de la UE, pero no forma parte de la OTAN y mantiene una política militarmente neutral. Pero la cita, que "no ha sido fácil", no ha deparado grandes resultados.
La lectura que hacen en Ucrania y en la capital comunitaria en el día 47 de guerra es que la inesperada resistencia ucraniana ha roto los planes iniciales de Rusia sobre una "ofensiva relámpago" y le ha obligado a redirigir su estrategia y pasar a una nueva fase concentrada en el Este. En la capital comunitaria anticipan que el doble objetivo ruso es ahora controlar todo el Donbás y conectarlo con la anexionada Crimea. Durante estos días, el Ejército ruso habría tenido tiempo de reorganizarse y reagruparse en el Este y también de superar las lagunas en su cadena de suministro, como la escasez de combustible. La inteligencia occidental prevé una batalla muy dura en esta parte del país, en la que los rusos están más cerca de su territorio, pero también donde el Ejército ucraniano se ha fortalecido producto de la guerra que se libra desde 2014. "Este Ejército [ruso] hará la guerra como sabe hacerla: como una apisonadora", ha señalado Borrell temiendo "nuevas masacres" como las de Bucha o Mariúpol.
"Armas, armas y armas"
El mensaje y la petición de Ucrania a sus aliados europeos durante los últimos días es uno: armas, armas y más armas. Ante las dificultades de sancionar el petróleo y el gas ruso, la UE ha matizado su estrategia ante esta nueva fase de la guerra: la prioridad es incrementar el envío de material bélico.
Desde el inicio de la invasión el pasado 24 de febrero, la UE ha dado luz verde a 1.500 millones de euros para financiar el envío de armamento bélico a Kiev. Pero la cifra real es mucho más elevada porque los países miembros, a nivel individual, están suministrando mucho más material. Chequia y Polonia han anunciado recientemente que apoyarán a los de Zelenski con tanques de combate, un paso que hasta la fecha se había evitado. La presión crece incluso en Alemania, un país con una política muy firme contra el suministro de armas a países en guerra. Su giro de guión ha sido uno de los más llamativos. Los propios Verdes, aliados del Gobierno de coalición, exigen al canciller Olaf Scholz más "valentía" para enviar material bélico pesado.
Una de las lecturas inmediatas que deja la guerra en el proyecto europeo es una progresiva tendencia militar. Más patente si se tiene en cuenta que la UE es un foro de paz cuyo gran poderío es su brazo económico y comercial. Borrell, que durante el mes y medio de conflicto ha adoptado un tono duro, firme y progresivamente belicista, estima que la prioridad ahora para ayudar a Ucrania es la pata defensiva. "Si dejamos de comprar gas ruso, esto va a parar de inmediato al Ejército ruso porque las sanciones tienen impacto en el medio-largo plazo", ha señalado en justificación a su llamada para continuar enviando armas a Ucrania.
Investigar los crímenes de guerra
Una de las primeras víctimas en caer durante cualquier guerra es la verdad. Y la otra la justicia. Las campañas de desinformación juegan un papel fundamental a la hora de eludir responsabilidades, confundir o eliminar y cuestionar pruebas que puedan ser condenatorias. La UE cree que "las atrocidades cometidas por las fuerzas rusas en Bucha, Borodyanka y otras ciudades y pueblos recientemente liberados por el ejército ucraniano de la ocupación rusa, y el brutal ataque a la estación de tren de Kramatorsk, son parte de las deplorables tácticas de destrucción del Kremlin".
Por ello, ha creado una fuerza de investigadores que ayudarán con apoyo financiero y con expertos sobre el terreno al fiscal ucraniano para recabar pruebas para presentar un caso ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya. De hecho, el fiscal de esta corte, Karim Khan, ha participado en el encuentro de los 27 responsables de Exteriores, a los que ha informado sobre las investigaciones en marcha en torno a potenciales crímenes de guerra en Ucrania. Países como Francia han anunciado que aumentarán en 500.000 euros su financiación anual al organismo y enviará una decena de investigadores. El país, que lidera la Presidencia del Consejo en la UE, ha anunciado que facilitará a Ucrania policía forense. Un equipo técnico galo se encuentra ya en Bucha ayudando a las autoridades ucranianas a recopilar evidencias y para apoyar los trabajos de identificación. "Si esto no es un crimen de guerra, ¿qué es un crimen de guerra?, señaló Von der Leyen tras visitar Bucha hace unos días.
Fuente: https://www.publico.es/internacional/borrell-sube-retorica-rusia-alienta-envio-armas-nueva-fase-donbas.html#md=modulo-portada-bloque:4col-t5;mm=mobile-big