Adolfo Barrena Salces.- Como miles de compañeros y compañeras, Leonor, empieza el curso.
El colegio al que va está en su barrio, tiene un patio con algún que otro bache, al edificio no le vendría mal una mano de pintura y va compartir aula con tantos compañeros que no guardarán las medidas de seguridad que impone el COVID.
En el colegio al que va a ir Leonor no hay desdobles de profesorado. A veces tampoco hay dinero para fotocopias porque no llegan los gastos de mantenimiento. Si es un colegio del medio rural al que va a ir Leonor, puede que no tenga internet.
En este caso, además, como no hay colegio en el pueblo que vive Leonor, madruga mucho para coger el autobús escolar que le llevará al centro.
La plaza escolar de Leonor cuesta unos 8.000 € que pagamos a escote entre todos y todas quienes pagamos impuestos (ya saben que hay españoles, muy españoles, que evaden impuestos porque "viven" en chiringuitos fiscales).
Leonor va al sistema público educativo. Ya se siente discriminada porque hay compañeros que van a ese colegio privado concertado, que segrega, que escoge y que, además, tiene mejores patios y mejores instalaciones.
Pero desde hoy, desde que le han dicho por activa y por pasiva, que Leonor, la princesa, se va al cole, a un sitio clasista de Gales que cuesta 39.000 €, más escoltas, más protocolos, más asistentes,... Leonor se siente más indignada y entiende por qué, sus padres, son republicanos.