Unai Sordo.- Ayer no puede seguir en directo la comparecencia de Pedro Sánchez ni la de Pablo Casado. Las recuperé por extractos unas horas después. En fondo claro y en fondo oscuro. Y me inquieté.
Lo hice porque vi a un “líder” de la oposición desencajado. Crispado hasta el ridículo. Ayer salían los datos de la EPA. Se mire por donde se mire, la evolución del empleo en España en esta pandemia y trimestres posteriores es histórica. Ayer se confirmaban las tendencias. Se ha recuperado la mayor parte de los empleos perdidos o suspendidos a lo largo de la peor crisis económica de nuestra historia (en tiempos de paz). ¿Caben análisis triunfalistas? No, porque seguimos con un 15% de paro, hay mucha precariedad, hay desigualdad… es obvio. Pero negar que es un hito que por primera vez la caída de la economía no se haya traducido en una caída proporcionalmente superior del empleo, es negar la evidencia.
Lo mismo ocurre con la vacunación. España encabeza el ranking en ritmo de vacunas puestas y porcentaje de población con una dosis y pauta completa. En un sistema de suministro de vacunas centralizado desde Europa (cosa más que recomendable) estamos dando una lección de buen funcionamiento (comparado con otros países, no sé sino como poder saber si la vacunación va mal o bien porque no conozco precedente), y de civismo sin apenas fenómenos negacionistas y anti vacunas.
Pues nada. Casado habla de desastre económico y de empleo, de caos en la vacunación…
No me preocupó por verle como vaca sin cencerro, que de lo suyo gasta y si lo hace mal pues mejor porque más difícil tendrá para gobernar. Me preocupó porque intuyo que lo que busca es un mensaje para reforzar una realidad paralela que sirva de combustible a una parte de la sociedad española a la que quiere situar en una trinchera permanente. En la competeción entre las derechas están dirimiendo el campo de disputa en el terreno de la extrema polarización social.
Y la creación de realidades paralelas, de un país que discurra en contrastes de blanco y negro, creo que no es una distopía. Hay todo un aparato de poder mediático dispueso a allanar ese camino. Y hay una panoplia de nuevas formas de comunicación en red, generación de mensajes fake, y sinvergüenzas a sueldo, que están gestando un monstruo “Trumpista” en España. Cada vez más ciudadanía en este país está alimentada cotidianamente de odio, y está dispuesta a comulgar con ruedas de molino y decir que lo negro es blanco y lo azul amarillo. Ojo con la evolución de los delitos de odio y violencia sobre colectivos señalados. Veremos como evolucionan esos datos.
Hace poco hice un viaje a Burgos con Nicolás Sartorius. Un lujo de esos que te regala la vida, porque es un almanaque de historia y sentido común. Me expresaba su preocupación por la deriva de la derecha española que él reconocía actualmente como heredera de la intransigencia de aquella Alianza Popular de los ministros de Franco, y sin ningún atisbo de la UCD con la que tanto habló y negoció el propio Nico.
Seguro que algo de eso (mucho si lo dice Sartorius) habrá. Pero me temo que lo que el rostro de desesperación de Casado ante los datos de empleo, de vacunación o de previsión de crecimiento económico, tienen que ver con una lectura de una buena parte del stablisment económico-político-mediático-judicial, que directamente no tolera la actual correlación de fuerzas en la política. Y parte desde el inicio de la legislatura considerándola como ilegítima. Por eso estoy preocupado. He hablado con Pablo Casado varias veces. No creo que sea un ultra. Pero ese es el problema. Por qué sin serlo (o eso creo), actúa como tal.
Fuente: https://www.facebook.com/unai.sordo
