Diego Jiménez.- Se cumplen hoy 85 años de la sublevación militar y civil contra el Gobierno de la II República. Ese golpe, perfectamente orquestado por la reacción monárquica, los falangistas y los militares africanistas, contó con el apoyo de los terratenientes y de la banca, con especial referencia al financiero contrabandista Juan March, así como con la 'comprensión' de la Iglesia, que pronto calificaría a la guerra sobrevenida como 'Cruzada de liberación'.
La sublevación comenzó a organizarse en Roma desde el mismo día de la proclamación de la II República, según nos documenta Ángel Viñas en '¿Quién quiso la Guerra Civil'?, y tomó carta de naturaleza con los acuerdos de los golpistas con la Italia de Mussolini, ya en 1934, con la idea de acelerar el golpe de Estado si la izquierda llegaba al poder en España, como así ocurrió en febrero de 1936. Posteriormente, también la ayuda alemana fue decisiva para el desenlace de la que debemos a empezar a denominar Guerra de España.
No hay que olvidar aquellos hechos del pasado. Porque hoy, a 85 años de aquellos aciagos y dramáticos acontecimientos, la derecha extrema y la extrema derecha, con la complicidad de la judicatura, desean claramente, aun sin el recurso a las armas, desnaturalizar la democracia caminando indisimuladamente hacia un golpe de Estado contra un Gobierno legítimo que, como en el 36, está intentando, aun con cierta tibieza provocada por la presión de las derechas y los poderes fácticos, modernizar el país.
No podemos consentirlo. Hemos de reaccionar como sociedad civil.