08/03/23.- Conversamos con Silvia Soto Ruiz a la sombra lateral del lorquino Teatro Guerra. Mujer de profunda mirada analítica, constante luchadora por la conciliación de todos sus tiempos de trabajo/vida y de verbo ágil y preciso. Estudió politología en la UMU, tiene el primer ciclo de Sociología y posgrados en diversas temáticas relacionadas con la igualdad y ha elaborado los planes municipales de igualdad de Mazarrón, Águilas y Puerto Lumbreras. Es socia fundadora de la cooperativa EgaleCo Lab dedicada a la consultoría en igualdad con mayoría de mujeres en su plantilla. La gobernanza paritaria, la igualdad y su visión crítica del feminismo son los senderos por los que caminamos los contenidos de esta entrevista en el entorno temporal del ya imprescindible 8M.

¿Qué significa el nombre EgaleCo Lab de su empresa cooperativa?

Tiene su explicación. “Egaleco” significa igualdad en Esperanto, el idioma universal, tan universal como debe ser la igualdad de oportunidades en todos los sentidos, y para nosotras específicamente  entre hombres y mujeres. Y “Lab” es de laboratorio. Ponemos en valor las ciencias sociales como ámbito de conocimiento científico… … ¿un laboratorio de igualdad?… así es.

“La agenda feminista a día de hoy pone el foco, por supuesto, en la violencia machista en todas sus manifestaciones, en la injusticia del sistema de cuidados que tiene unas repercusiones brutales en todo el sistema y en nuestra vida como mujeres, en las condiciones laborales y de la igualdad en el ámbito laboral y también en la gobernanza paritaria. Estos son los grandes focos donde ahora se pone la visión crítica del feminismo.”

¿Qué es y cuáles son los objetivos de EgaleCo Lab?

Nacimos en Madrid porque las socias fundadoras vivíamos y trabajábamos allí en ese momento. En 2019 aunamos esfuerzos. Somos cooperativa. Lo teníamos clarísimo desde el principio porque es la forma empresarial que más se ajusta a nuestra forma de ver el mundo. La cooperativa, como tal, se formó en 2020 en Lorca. También teníamos clarísimo que, aunque nacimos (empresarialmente) en Madrid, la sede social tenía que estar en Lorca.

Nuestro objetivo es ayudar a todo tipo de organización, ya sea pública, privada o del tercer sector, también universidades, a implementar la perspectiva de género en su estructura interna, en las políticas públicas y adaptarse a un nuevo tiempo en el cual la igualdad es un mandato legal, es un elemento de competitividad también para las empresas y es una exigencia social. Trabajamos con planes de igualdad, protocolos para la prevención y actuación frente al acoso sexual y/o por razón de sexo, formación en esta materia, elaboración de políticas públicas…

En el acto de entrega de los XIX premios Mujer Trabajadora 2023 que organiza la asociación Las treces rosas aquí en Lorca el próximo 8M expondrás una ponencia sobre “La presencia de las mujeres en la democracia representativa: una visión crítica desde el feminismo”. Al respecto, una primera cuestión. ¿Qué entiendes por “una visión crítica del feminismo”?

Una matización: es una visión crítica “desde” (nos corrige) el feminismo. El feminismo  desde su nacimiento en la época de la Ilustración es crítico en sí mismo. Es una teoría crítica. El feminismo es una disciplina de la sospecha. Lo pone todo en cuestión, no solo una parte de la estructura…

… una especie de duda cartesiana…

… de hecho, Descartes asentó los pilares para que surgiera el feminismo. Sin Descartes no habría nacido el feminismo porque puso la razón en el centro, sometiendo a ella toda tradición y deslegitimando a esta última. Sin esto, el feminismo no habría sido posible. Y es que el feminismo también pone la razón en el centro, pero en todos los sentidos. Me refiero a que la Ilustración fue hecha  por hombres que ponían, supuestamente, la razón en el centro, pero la razón que ellos querían. Que era masculina.

En cambio, para nosotras, para el feminismo, ese esquema, esa cosmovisión de la razón nos permitió que ponernos a nosotras mismas como mujeres en el centro, también como sujetos políticos. Porque la Razón, con mayúsculas, nos permite y nos ha dado la luz para esto.

Además, el feminismo es polémico desde su nacimiento. Lo dice Amelia Valcárcel, que es una de las grandes catedráticas de Filosofía Moral y Política. Es polémico porque todo lo pone en cuestión. Y siempre ha sido incómodo para todo el mundo. Precisamente por esa visión crítica ha sido incómodo para revolucionarios y para reaccionarios. Como fue el caso, por ejemplo, de Olimpia de Gouges, tan incómoda para los revolucionarios franceses que la guillotinaron, por muy revolucionarios que fueran y por mucho cambio de orden político que defendieran. También ha sido muy incómodo para el liberalismo, para el marxismo también, para conservadores y progresistas, demócratas y autoritarios… Para todo el mundo. Da igual la clase social o la ideología, siempre te encuentras un enfoque patriarcal porque el patriarcado está en todos sitios; esa es la clave.

“Da igual la clase social o la ideología, siempre te encuentras un enfoque patriarcal porque el patriarcado está en todos sitios; esa es la clave.”

¿Cuáles son los grandes focos de la visión crítica del feminismo actualmente?

Es la propia agenda feminista que nos dice dónde están los focos primordiales en cada momento histórico. El feminismo también es un movimiento, con gente comprometida con cumplir esa agenda. Entonces la agenda feminista a día de hoy pone el foco, por supuesto, en la violencia machista en todas sus manifestaciones, en la injusticia del sistema de cuidados que tiene unas repercusiones brutales en todo el sistema y en nuestra vida como mujeres. También en las condiciones laborales y de la igualdad en el ámbito laboral y también en la gobernanza paritaria. Estos son los grandes focos donde ahora se pone la visión crítica del feminismo.

¿Desde qué punto de vista analizas la presencia de las mujeres en la democracia representativa? ¿Cuál es el estado de la cuestión?

Desde el punto de vista de la Ciencia Política. Y la Ciencia Política son datos cuantitativos y cualitativos. En cuanto a datos cuantitativos, expondré una panorámica muy breve de cuál es la realidad cuantitativa de la presencia de las mujeres en los parlamentos y en el poder ejecutivo a nivel mundial. Sólo el 26% de los escaños parlamentarios en el mundo son ocupados por mujeres, según el último informe de la Unión Interparlamentaria, que aglutina a todos los parlamentos del mundo. La infrarrepresentación es constatable.

En el caso de España, ese número asciende, después de las últimas elecciones generales, al 44%. Está bien. Es casi, casi paritario. Pero no nos podemos engañar con ese 44% porque, si profundizamos, hay que ver qué papel tienen las mujeres dentro de los grupos parlamentarios. Si, por ejemplo, lo llevamos al poder ejecutivo, aunque es verdad que actualmente tenemos un gobierno mayoritariamente de mujeres, vemos que desde 2004 siempre hemos tenido vicepresidentas, pero solo vicepresidentas. Llevamos siete presidentes y ninguna mujer presidenta, y somos el 52% de la población.

Toda esa mejora en la representación se está consiguiendo con cuotas. Es verdad que los partidos de izquierdas en España desde los ochenta han defendido la idea. Empezaron estableciendo cuotas a nivel interno, pero algo pasa…

…¿Qué sucede?…

Existen resistencias dentro de los partidos producto de la propia socialización que hemos tenido hombres y mujeres. En el caso de ellos, hay que ceder espacio de poder. Y, en el caso de las mujeres, hay que reclamar el espacio de poder. Nosotras hemos sido socializadas durante siglos y siglos en no manifestar ningún interés por el poder.

¿La llegada de la mujer a las estructuras de poder es lo que caracteriza la época que estamos viviendo, en fase primero de toma de conciencia y ahora de reclamar esa toma efectiva del poder?

Creo que sí. El tema de la gobernanza paritaria, de la democracia paritaria es eso. En este momento en la agenda feminista queremos la democracia paritaria. Aunque también tomamos nota de las dificultades que tenemos nosotras para lograrlo. Al respecto, la investigación cualitativa ha identificado cinco grandes áreas de los obstáculos que tienen las mujeres que ya están en política, independientemente de ideología o partido político de nuestras representantes electas.

La primera tiene que ver con las relaciones de poder. Las concejalas, alcaldesas, diputadas… nos dicen que les cuesta entrar a los círculos de poder dentro de los partidos. Y hay que tener en cuenta que el poder no es individual, el poder es pertenecer al grupo.

Segunda. El aprendizaje. También nos dicen las representantes electas que, una vez que adquieren el cargo, tienen dificultad a la hora del funcionamiento del día a día de la política, de la administración o del acceso a la información.

Tercero. El sistema de cuidados. Nos dicen nuestras representantes que les impide responder, como responden los hombres políticos, a la tarea pública. Ello le crea un estrés insoportable a la mujer política. Y ¿qué desatiendes? Porque sea lo que desatiendas, te van a cuestionar. Y esto no les pasa a los políticos.

Cuarto. El tema del liderazgo y el empoderamiento. Las mujeres hemos sido socializadas en nuestra propia infravaloración. Las mujeres políticas también tienen sus inseguridades, como las tenemos todas en todos los ámbitos.

Quinto. El reparto de las áreas de gobierno está estereotipado complemente. Cuando las mujeres llegan al poder, es indiferente al poder que sea, sus áreas de competencia son siempre áreas feminizadas. Y las políticas lo saben, son conscientes. Además, no sólo feminizadas, sino que por ello infravaloradas.

“Da igual la clase social o la ideología, siempre te encuentras un enfoque patriarcal porque el patriarcado está en todos sitios; esa es la clave.”

¿Dentro de este patrón de comportamiento patriarcal de obstaculización se podría encuadrar los ataques que recibe la ministra de Igualdad Irene Montero?

La atacan porque es una mujer en política y también por ocupar la cartera de Igualdad. Los ataques machistas son furibundos. Por ejemplo, la ministra de Trabajo y vicepresidenta también sufre ataques por ser mujer, pero no de esa naturaleza al no llevar ese tipo de área de trabajo.

Irene Montero es más central en cuanto a este tipo de ataques, primero, porque es mujer y, segundo, porque lleva un área feminizada y además vinculada directamente con temas de feminismo.

Pero sí me gustaría decir dos cosas a raíz de lo que preguntabas de Irene Montero. También los estudios de Ciencia Política nos describen los fenómenos que sufren las mujeres en política. Aparte de los obstáculos que ellas dicen que tienen, nos encontramos, por un lado, con el acantilado de cristal, que es esa trampa de poner a mujeres en situaciones de crisis al frente de una gran responsabilidad. Ya sea de crisis de partido, como es el caso de Inés Arrimadas, o crisis de país, como por ejemplo las ex primeras ministras del Reino Unido, Theresa May y Liz Truss. No provocaron el tema del brexit, pero tuvieron que gestionarlo y además fracasaron porque era muy difícil.

Y, por otro lado, tenemos el tema de la violencia que sufren, por ejemplo, Irene Montero y otras políticas. Han salido estudios que indican que las mujeres políticas tienen  más de un 40% de posibilidades de sufrir violencia que los hombres políticos. Esto es un problema para todas las mujeres, evidentemente para quienes los sufren, pero también las mujeres en general, para las niñas, para las adolescentes que ven que sus pocos referentes femeninos en política son atacados y violentados, o fracasan en su cometido.

Y una última pregunta. Según su criterio, ¿cuál es el tema central que en este 2023 pondría en el escenario político el feminismo en su celebración del 8M?

Yo lo centraría más en temas de políticas de igualdad. Igual que el 25N se centra, obviamente, en violencia machista, para el 8M como politóloga lo centraría en el tema de la gobernanza paritaria o de la democracia paritaria. Tenemos que poner el foco también ahí. Exigirlo, porque es verdad que desde hace tiempo se está exigiendo en el tema de la igualdad en el ámbito laboral, que también es muy importante, pero creo que se deja un poco al margen el tema de la gobernanza paritaria. Y si la conseguimos, en principio se tendría que conseguir todo lo demás.