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Yolanda Díaz: “Quien haga fracasar la reforma tendrá que explicárselo a los trabajadores” Featured

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo anuncia que va a abrir una conversación con los ciudadanos sobre el futuro de España, aunque aún no sabe si aspira a encabezar una candidatura electoral: “Quiero una España en la que quepan todas las Cataluñas”

Jesús Sérvulo González / José Manuel Romero / El País.- Habla con pasión sobre los nueve meses de diálogo social que condujeron a un acuerdo en el que muy pocos creían. Yolanda Díaz, abogada de 50 años nacida en Fene (A Coruña), vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, ha conseguido un pacto con patronal y sindicatos sobre un nuevo marco de relaciones laborales donde los trabajadores recuperan derechos perdidos hace tiempo. En el país de la crispación política y la división casi absoluta, Díaz atesora ya un logro histórico en un terreno embarrado desde hace demasiados años.

El mercado laboral español tiene muchos problemas seculares: temporalidad, precariedad, alta tasa de paro, ¿qué va a corregir la reforma de todo esto?

La reforma laboral que aprobamos ahora es una de las cuatro grandes reformas estructurales que se han hecho en nuestro país: la de 1984, 1994, 2012 y la nuestra. El objetivo principal de la reforma es atajar la temporalidad, junto a la precariedad. Tenemos temporalidades muy altas desde el primer Gobierno democrático. Somos la anomalía europea junto con Grecia. El objetivo de la reforma es corregir el principal elemento, que es la precariedad. Está pensada sobre todo para esas personas jóvenes y mujeres que no han conocido en su vida una relación laboral estable, pero además rema a favor del trabajo decente y de los salarios dignos.

¿Por qué era necesaria si se está creando mucho empleo?

El Real Decreto 3/2012 [la reforma laboral del PP], lo que hizo fue una salida a la crisis financiera basada en los recortes de derechos, en la austeridad, en una enorme devaluación salarial y de la negociación colectiva. Y lo hizo a través de dos mecanismos, la preferencia del convenio de empresa, que solo existe en Bulgaria con esta redacción y también a través de la subcontratación y la ultraactividad. Todo esto lo corrige esta reforma, que aborda el principal problema: salarios bajos y temporalidad.

 

¿Cuál ha sido el mayor obstáculo para el acuerdo?

La temporalidad. Vamos a un modelo en el que le decimos a nuestro país que el contrato va a ser estable y además se van a presumir indefinidos. Es un cambio de tendencia brutal desde las más de 50 reformas laborales que hemos tenido.

¿Quiénes ganan y quiénes pierden con esta reforma?

Eso es muy masculino. ¿Quién ha ganado? Los trabajadores y trabajadoras, y el país.

Entonces, ¿han perdido los empresarios?

No, yo creo que no. La clave de la altura de miras de la patronal es que son conscientes de que hay competencia desleal. Nosotros sabemos cuáles son los males de la temporalidad y la patronal lo sabe. Lo que hemos de propiciar son empresas sanas, con trabajadores sanos. Lo digo con mucha contundencia porque es la primera gran reforma en 40 años, que concita el acuerdo tripartito, que no es cosa menor. Cambia la tendencia de las reformas anteriores al recuperar derechos. Cambia la tendencia en el mundo, singularmente en Europa. Los progresistas europeos miran con auténtica expectación la legislación laboral española actual. Somos el primer país que somos líderes en vacunación, somos el primer país que hace la primera reforma estructural, que la presentamos en plazo, y somos el primer país en recibir en la primera partida de fondos europeos.

También somos el primer país en paro.

Efectivamente, pero lo vamos a corregir. De hecho, tenemos menos paro que antes de la crisis, que es tremendo. Tenemos menos paro que la media histórica y, por supuesto, mucho menos paro que con la gestión de los gobiernos del PP.

En el PP sostienen que su reforma es la que facilitó que bajase tanto el paro y se crease tanto empleo en la recuperación.

Pero no es real. Hay una comparecencia de la exministra Fátima Báñez en sede parlamentaria, en la que reconoce que la reforma del PP no estaba pensada para crear empleo, sino para bajar los salarios. Fue la opción que buscaron ellos de salida de la crisis, una enorme devaluación salarial.

¿Le ha quedado algo pendiente con la reforma?

¿Hay cosas que me hubiera gustado hacer? Sí, pero nunca las coloqué en primer orden. ¿Por qué? Porque lo que he hecho es priorizar el acuerdo sobre todo. Yo quería que fuera con la patronal y con los sindicatos. Nadie creía en este acuerdo, nadie.

¿Tampoco creían algunos miembros del Gobierno?

Soy prudente. Digo que nadie creía en este acuerdo. Yo sí. De hecho, lo podía haber hecho más rápido, podía haber legislado con más libertad y no quise.

Volviendo a la temporalidad, la reforma pone muchas trabas a la contratación temporal, pero apenas hay incentivos para los indefinidos. ¿Teme que se frene la contratación en plena recuperación económica?

No, creo que no. No, porque los datos de empleo son muy positivos. Es una de las variables que mejor está funcionando en nuestro país. La economía española, como sabéis, más allá de las discusiones, está creciendo. El empleo está funcionando muy bien, más allá del problema estructural que tenemos de paro. Yo creo que tenemos que hacer un esfuerzo colectivo como país y señalar que las empresas tienen que tener relaciones laborales sanas. Y decir que cuando tenemos trabajadores precarios tenemos empresas precarias. El malestar en la empresa no fomenta, no incrementa la productividad, no la mejora en absoluto.

Pero un empresario se lo piensa más antes de hacer un contrato indefinido que uno temporal.

Esta es la pregunta. ¿Por qué? Una parte pequeña de las empresas españolas dan de baja a los trabajadores el viernes y lo dan de alta el lunes sabiendo que penalizamos sus cotizaciones sociales hasta un 40%. ¿Por qué lo hacen? Una gran parte de ellos porque lo desconocen o sus asesores. Pero hay una parte que es por la cultura de la precariedad, que está grabada a fuego en España. Llevamos más de 40 años con este modelo. La pregunta me la hacía y se la hacía a muchos empresarios ¿Por qué lo hacéis? Es antieconómico.

¿Por qué no negociaron recuperar la indemnización por despido que recortó el PP?

En el acuerdo de Gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos, intentamos incorporar el despido, pero el Partido Socialista no lo aceptó. En la mesa del diálogo social nunca estuvo el despido porque yo me debo a mis acuerdos y los cumplo.

Los trabajadores siguen teniendo menos protección...

Creo que esta norma lo que hace es proteger frente al despido a muchísimos trabajadores que estaban fuera. El 30% de los asalariados que hay, que son temporales, no tenían indemnización. Por tanto, hemos elevado la protección por despido de la que carecían. En todo caso es una reforma que está hecha para evitar los despidos, que es lo más importante.

En el texto del acuerdo de gobierno no se decía que no se tocaría el despido...

El acuerdo de gobierno es muy concreto. Dice cinco veces derogar. Y cuando habla de eso, habla de ultraactividad, prioridad del convenio de empresa, posibilidad de despido por faltas por enfermedad… Si se lee el acuerdo pormenorizadamente, nunca hablamos del despido.

¿Quiere destacar el papel de otros ministros que han colaborado en la reforma?

No tengo más que agradecimientos absolutos para el Gobierno de España con el presidente a la cabeza. Lo digo sinceramente. Quiero además destacar expresamente el papel de la ministra [de Hacienda y Función Pública, María Jesús] Montero, que fue determinante. Me parece de justicia destacar los cambios en la norma en materia de función pública. Es muy buena noticia para nuestro país decirle a las personas que acceden a la función pública por oposición que no van a poder ser despedidas.

¿Alguien del Gobierno remó contra la reforma?

Yo no he tenido más que parabienes en esta reforma y creo que no era sencilla en este Gobierno. Hay muchas voces, hay muchas formas de pensar. Yo creo que se ha demostrado que he practicado una política laboral diferente. Hemos enfrentado todos los mitos y las discusiones que había sobre el salario mínimo. No por un fetiche, es que tengo datos que muestran que la subida del salario mínimo en nuestro país ha servido para reducir la brecha de género en dos puntos y medio. No es menor.

Prorrogar el salario mínimo en 2022 es un guiño a la CEOE para acercar el acuerdo.

Es una cuestión necesaria. Prorrogamos porque si no nos quedaríamos sin salario mínimo en enero. Pero es la siguiente tarea que tenemos.

¿Pero será pronto o pasará como este año que se revalorizó en septiembre?

No, por favor, eso no. La mesa del diálogo social me ha pedido un poco de descanso y creo que se lo merecen, pero la retomaremos a la vuelta con esta negociación.

Hay dudas sobre el impacto de la prevalencia del convenio nacional respecto al convenio autonómico. Con la aplicación de la nueva normativa, si en el País Vasco hay una empresa que se rige por el convenio autonómico, que tiene unos salarios superiores a los que plantea un convenio nacional, ahora se le baja el sueldo al trabajador.

No, porque eso no se toca y queda todo como está. Es decir, no hay nada nuevo. Este es un debate muy interesante. Voy a ser prudente. Comprendo las razones que están exponiendo las distintas formaciones políticas y creo que el Gobierno de España, como siempre hace, va a dialogar, dialogar y dialogar.

Gabriel Rufián dijo en el Congreso que se han reunido cero veces con ERC…

Bueno, eso no es verdad. Y voy a ser prudente. Cuando digo que hemos hablado con todos, lo hemos hecho hasta con grupos que tienen un solo diputado.

Cuando habla de diálogo, diálogo, diálogo, significa que hay margen para modificar el texto durante su tramitación.

Lo que le pido a los partidos políticos es que valoren bien lo que supone esta norma. Es la primera reforma que recupera derechos para los trabajadores en España. Es un acuerdo histórico. He sido educada en una casa en la que me han enseñado que el diálogo social no es una pequeña cosa. Creo que el acuerdo es histórico y hace bien al país. Da seguridad jurídica, da certezas. Tenemos una oposición en España que es un páramo. Cuando he escuchado a Pablo Casado, sin conocer la norma, decir que va a votar que no, además de un enorme error, me parece que daña a España.

¿Eso significa que le disgustaría que se retoque en algo esta reforma laboral y eso provoque que la patronal retire su apoyo?.

Creo que es muy difícil decirle que no a esta norma. Quien la haga fracasar tendrá que explicarle a los trabajadores de Cádiz o los que están sin negociar su convenio porque acabó la ultraactividad que prefiere la norma anterior. O tendrá que decirles a las camareras de piso o a los trabajadores de seguridad privada de empresas multiservicio que van a seguir cobrando el salario mínimo. Es muy difícil tumbar esta norma. Tendrá que decirle a un precario que en lugar de tener un contrato estable va a seguir con un contrato de dos días. Es decirles a los españoles, que las empresas que cometen irregularidades en la temporalidad antes les salía rentable vulnerar la ley porque era una única sanción por empresa y ahora la sanción se individualiza, pasa a ser por cada uno de los trabajadores que son irregularmente temporales y la sanción es hasta 10.000 euros. Entiendo la política perfectamente y hablaremos. Trabajaremos hasta el final. Pero es muy difícil decirle que no a esta reforma.

¿Confía en que el texto que se publicó este jueves en el Boletín Oficial del Estado sea el mismo que se aprobará en el Congreso?

Si quieren abrir el debate sobre el proyecto de ley o no, depende de ellos. He trabajado nueve meses para este acuerdo. Para mí hubiera sido más fácil hacerlo unilateralmente, pero quería que este acuerdo saliera con el acuerdo de los agentes sociales. Creo que hay políticos que se han quedado con el reloj parado en la pandemia o antes. Los relojes parados no ayudan.

¿Ha habido algún elemento político que haya irrumpido en las negociaciones y que haya puesto en riesgo el pacto?

Sí, la mesa de negociación goza de una enorme sensibilidad. Esa mesa se ha alterado en dos o tres ocasiones, por cuestiones ajenas a este ministerio.

¿Puede decirnos cuáles son esas dos o tres ocasiones?

Creo que no debo hacerlo, aunque se han publicado.

Usted ha liderado la negociación, pero al final parece que la reforma tiene varias madres…

Yo no trabajo para el aplauso político. Me da igual. Es muy masculino eso de las luchas de poder. No me preocupan las medallas, me preocupa mi conciencia.

¿Qué papel ha jugado Bruselas en toda la negociación?

Estaban muy encima. Las conversaciones con la Comisión Europea fueron intensas. Hemos tenido más de 70 reuniones, pero en ningún momento la Comisión Europea puso ningún obstáculo a la reforma española.

¿Y cómo fueron?

No puedo desvelarlo.

Ha declarado que renuncia a ocupar la esquinita a la izquierda del PSOE y que prefiere una izquierda más transversal que ocupe más espacio. ¿Es el mismo proyecto político que lideró en su día Pablo Iglesias con el que Podemos consiguió 71 diputados, o se diferencia en algo?

Estoy volcada en la gestión del ministerio. Lo que voy a hacer a partir de ahora es abrir una gran conversación con la sociedad española, pero no para un proyecto político. No estoy hablando de una candidatura. Creo que nuestro país está hastiado de proyectos políticos. Yo quiero cambiar la vida de la gente de verdad, por eso me seduce más lo pequeño. Lo que voy a hacer es abrir una conversación con los sectores profesionales de la sociedad española, que además no voy a hablar yo, van a hablar ellos. A mí me gustaría conocer, por ejemplo, qué política de ingresos públicos entiende una parte de nuestro país que debe tener España, que sigue teniendo entre siete y ocho puntos de diferencia con la media europea. Eso es otra anomalía tributaria.

¿Lo hará con el traje de ministra de Trabajo?

No, lo voy a hacer como Yolanda Díaz, pero no con el ritmo ni con la pretensión de una candidatura. Yo quiero saber qué piensan sobre los impuestos en nuestro país los arquitectos, las abogadas, los trabajadores de la construcción, los médicos…, si piensan que tenemos que actualizar la estructura tributaria, que deje de ser del siglo XX para ser del siglo XXI. Si a los ricos de nuestro país tenemos que decirles que tienen que formar parte del contrato social. Es lo que quiero hacer.

Eso parece una precampaña electoral...

No es una campaña. Lo fácil sería eso. Si yo me quisiera presentar a las elecciones, lo diría. Ya me va conociendo España y no me quiero presentar a las elecciones. Quiero hacer algo mucho más difícil, que es abrir una conversación con la sociedad española y cambiar los parámetros, porque creo que la sociedad es moderna y quiere esto, no quiere más políticos.

Que no quiera ser candidata no significa que no vaya a ser candidata...

Las personas que me conocen saben lo que me gusta y lo que no, y saben que soy capaz de estar nueve meses pasándolo mal para subir el salario mínimo 15 euros. Si alguien me dice que Yolanda Díaz va a trabajar miles de horas para una candidatura electoral, ya le he dicho a la sociedad española que no. Soy franca.

Pero esa conversación con la sociedad será también para preparar una candidatura...

No, al revés, es que es todo lo contrario. Yo creo que la sociedad española está hastiada. Primero de una oposición que es un páramo, que no tiene proyecto político para su país. Está hastiada del ruido político, de los insultos, de la bronca. Creo que este país puede ser mucho mejor. Y ahí sí digo con contundencia: ¿voy a trabajar para mejorar mi país? Sí. ¿Quiero ser vicepresidenta? Ya sabe todo el mundo que no. Me ha empeorado la vida sustancialmente. ¿Sueño con volver a mi Galicia? Sí, es verdad. Y luego digo que voy a trabajar desde el lugar que me toque para que no gobierne la ultraderecha. ¿Para eso hay que ser candidata? No. Lo he hecho toda mi vida desde que era una joven abogada. No hay que ser candidata para eso.

¿Pero esa gran conversación tendrá un objetivo?

El objetivo es mejorar mi país y tener un proyecto que es lo único que me anima, un proyecto para la próxima década. Ya en parte lo estoy haciendo.

¿Y no quiere mejorar el país desde la presidencia del Gobierno?

No estoy en eso y lo digo con sinceridad.

Esa respuesta desconcertará a la gente que la quiere votar.

Sí, es verdad. Todo el mundo quiere ser cosas, pero yo no quiero ser cosas.

Lo digo por lo que pueda pensar la gente que vota a Podemos...

Respeto muchísimo a mis compañeros y compañeras de Unidas Podemos, de los Comunes, de todos los partidos que quieren que yo afronte este reto y les quiero dar las gracias. Pero digo con honestidad que yo no he tomado esa decisión. Y cuando la tome la voy a comunicar, si la tomo, igual que si decido volver a Galicia.

¿Qué acuerdo le resultaría satisfactorio en la mesa de diálogo con el Gobierno catalán? ¿Un referéndum de autodeterminación acordado sobre la independencia de Cataluña?

Nunca debimos haber salido del diálogo en Cataluña. Siempre que hay que hablar de Cataluña, es hablar de España. Y quiero una España en la quepan todas las Cataluñas y todas las Galicias, porque hay muchas Cataluñas, muchas Galicias y muchas realidades diferentes. Y esto es lo que creo que quiere mi país y yo quiero que podamos pasar página. Creo que se ha pasado ya en Cataluña. Respeto absoluto a la mesa de diálogo en la que estoy.

¿En su proyecto de frente amplio cabe el nacionalismo independentista?

No estoy en un proyecto político. Eso es metapolítica. Esto no es un proyecto político, creo que es un proyecto social.

Fuente: https://elpais.com/economia/2022-01-02/yolanda-diaz-quien-haga-fracasar-la-reforma-tendra-que-explicarselo-a-los-trabajadores.html

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