El secreto a voces de Sumar es que no pretende integrar a Podemos, sino sustituirlo. Por eso Podemos no encaja, a no ser que se resignara a una posición subalterna. Porque ¿qué sentido tendría crear Sumar si ya está ahí Podemos? Podemos no hace falta, sino que sobra. Ese es el secreto de Sumar.
Sumar surge porque para mantener el Gobierno de izquierdas el PSOE no se basta, y las expectativas de Podemos no le sirven para cuadrar la mayoría. Es más, Podemos lastra al PSOE, porque la coalición le ha obligado a mantener políticas que lo alejan del centroizquierda, donde ha estado tradicionalmente su bolsa de votos.
Las ministras Montero y Belarra han sacado a los socialistas de sus casillas con discursos, iniciativas y leyes que no atañen al electorado básico del puño y la rosa, sino más bien lo inquietan, pues ponen en lugar prioritario asuntos que afectan a minorías o hiperbolizan tendencias sociales marginales y, en algunos aspectos, chocantes. Sin embargo, en ese bloque, Yolanda Díaz, por las competencias de su cartera, ha impulsado una acción claramente socialdemócrata, algunas de cuyas crestas el PSOE por sí solo no habría alcanzado, pero que en la práctica son genuinas de la izquierda clásica.
La situación es: Podemos no chuta, y el PSOE, por su influjo, baja. Y PP/Vox acechan con mucha consistencia. Por tanto, hay que reinventar Podemos y liberar al PSOE para que recupere su semblante. Y ahí es donde aparece Sumar. Pero si Sumar se construye con Podemos, fuerza orgánicamente mayoritaria del mosaico de la izquierda, el electorado no tragará, pues verá en la operación un simple cambio de nombre. Por eso no habrá primarias en Sumar, al menos tal como las exige Podemos, ya que la estructura orgánica de este partido le permitiría ganarlas. ¿Y qué sentido tendrían unas primarias en una plataforma política que lo más claro de que dispone es del liderazgo de Yolanda Díaz? ¿Qué futuro tendría Sumar si Díaz perdiera las primarias frente a Belarra o Montero? El debate de las primarias es bizantino.
Entonces, ¿quiere Díaz integrar a Podemos? Ya lo está haciendo. Por la base. Se está produciendo un fenómeno similar al que protagonizó Ciudadanos respecto a UPyD. Albert Rivera, cuando decidió lanzarse desde Cataluña al resto de España, ofreció a Rosa Díez que se integrara en Ciudadanos, y ésta le respondió: «¿Como vas a montar un partido nacional de centro si ya lo tengo yo montado?». «Con el tuyo», fue la respuesta del catalán. Y así fue. Los cuadros y los votantes de UPyD se alistaron mayoritariamente a Ciudadanos.
Sumar se está construyendo con los militantes y simpatizantes de Podemos; los cuadros, naturalmente, ejercen la resistencia, al menos hasta el desenlace de las municipales y autonómicas, en las que Sumar no comparece. Pero incluso los grupos políticos coaligados con Podemos para el 28M están ya en la nueva plataforma para las generales. Esté Podemos o no esté.
Se dice: mal negocio para la izquierda de la izquierda si va por separado a las elecciones. Algunas primeras encuestas vaticinan que la división penalizará al bloque, pero esa impresión tal vez se diluya conforme avance el proyecto, pues peor sería que Sumar quedara engullido por Podemos en un viaje para el que no habrían hecho falta alforjas. Lo dramático para Podemos, y lo saben, es que no pueden constituirse en la fuerza preponderante en Sumar, pues esta iniciativa perdería su razón de ser, y también que si se quedan al margen pasarán a ser una fuerza marginal sostenida tan sólo por los aparatos institucionales que hayan conseguido salvar el 28M, muy pocos en el conjunto nacional, pues ese partido tiene una implantación desigual.
La irritación de Pablo Iglesias tras la entrevista de Évole a Yolanda Díaz es el signo más evidente de que está en el secreto, nada oculto, del proyecto Sumar. Calificó la intervención de «ensalada de hostias a Podemos», correspondencia previsible a las suyas previas a Díaz, y tildó a ésta de machista por referirse a él e ignorar que la líder del partido es Belarra, pero su constante exposición pública respecto a estas controversias y su propio reconocimiento de que si él no hablara muchas actitudes quedarían sin respuesta refuerzan ante todos que el jarrón chino es quien sigue mandando romana. La irritación de Iglesias y su permanente intrusismo paradójicamente contribuyen a alejar aún más a Podemos de la renovación del espacio de la izquierda, pues denota la persistencia en errores de estrategia que ya él mismo pagó como candidato en las elecciones madrileñas.
La unidad de la izquierda, en último extremo, se hará con los podemistas, no necesariamente con Podemos. Está ocurriendo. Es un secreto a voces.
Fuente: https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2023/04/18/ensalada-hostias-86133877.html?utm_source=whatsapp&utm_medium=social&utm_campaign=btn-share