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El segundo colapso bancario más grave de Estados Unidos, Silicon Valley Bank, explicado sencillamente Featured

 Eduardo Garzón / Público

Se acaba de producir el segundo colapso bancario más grave de la historia de Estados Unidos -sólo por detrás del que conocimos en el año 2008-, el de Silicon Valle Bank, que ha obligado a las autoridades públicas a movilizar 25.000 millones de dólares para evitar un pánico bancario generalizado y la quiebra total del sistema. Estos acontecimientos nos retrotraen inevitablemente a la pasada crisis financiera iniciada hace 15 años y reviven muchos miedos que creíamos ya superados. Sin embargo, lo cierto es que este colapso bancario no tiene prácticamente nada que ver con el de Lehman Brothers, y lo mismo ocurrirá con sus consecuencias.

El banco de Silicon Valley no era un banco al uso. Mientras que la mayoría de bancos comerciales suelen basar su negocio en otorgar créditos a clientes muy variados (hogares y empresas de muchos sectores económicos distintos) así como en gestionar sus depósitos, el negocio de este banco californiano consistía en captar los depósitos de las grandes empresas tecnológicas y ofrecerles ciertos servicios financieros entre los que no destacaban los créditos. Mientras que los bancos comerciales típicos hacen negocio porque cobran más intereses por sus créditos concedidos que los intereses que pagan por sus depósitos y otras fuentes de financiación, Silicon Valley Bank hacía negocio de una forma muy distinta: rentabilizando a largo plazo los depósitos de sus acaudalados clientes.

Téngase en cuenta que desde el año 2010 la Reserva Federal de Estados Unidos redujo muchísimo los tipos de interés e inundó de dinero las cuentas de los fondos de inversión. Muchos de ellos, especialmente los de capital riesgo, sin saber qué hacer con tanto dinero regalado, lo invirtieron en start-ups, aventuras empresariales muy innovadores vinculadas a las últimas tecnologías (incluyendo el mundo de las criptomonedas), lo cual suponía un riesgo considerable porque nunca es seguro que dichas ideas innovadoras vayan a tener éxito (y si lo tienen lleva un cierto tiempo), pero con dinero regalado y ocioso merecía la pena intentarlo.

Al tener estas empresas tecnológicas sus cuentas bancarias concentradas en el Silicon Valley, este banco se vio inundado de dinero (especialmente tras el año 2020 con la pandemia: en solo un año pasó de tener 102.000 millones de dólares en depósitos a 189.000 millones). Pero apenas podía utilizarlo en conceder créditos a sus clientes porque eran grandes empresas tecnológicas que no los necesitaban; así que decidieron darle otro uso: invertir en bonos públicos estadounidenses a largo plazo (5 o más años). Y lo hicieron a lo grande: el banco tenía una cartera de inversiones gigantesca como porcentaje de los activos totales del 57% (cuando el banco promedio de Estados Unidos es del 24%). Esto les otorgaba una rentabilidad razonable a un riesgo reducido: si simplemente se limitaban a esperar a que vencieran esos plazos recuperarían la inversión sin problemas ya que el Tesoro estadounidense siempre paga sus deudas.

No obstante, esa inversión segura conllevaba un riesgo a tener en cuenta: que aumentaran los tipos de interés. Resulta que el valor de cualquier bono es inverso al de su tipo de interés, de forma que, si este último aumenta, el valor de mercado del bono baja. Éste es un riesgo importante del que muchos bancos se cubren utilizando swaps que convierten los ingresos fijos en ingresos vinculados al mercado, ¡pero la clave del asunto es que Silicon Valley Bank apenas utilizó esta fórmula para cubrirse del riesgo! La mayor parte de su cartera en bonos no fue protegida, y estamos hablando de más de 90.000 millones de bonos que no tenían cobertura.

Este comportamiento tan negligente e irresponsable no fue advertido por las autoridades supervisoras porque en el año 2018 la Administración de Donald Trump aprobó una desregulación bancaria que dejó al Silicon Valley Bank (entre otros 24 grandes bancos) fuera de la vigilancia más estrecha de los supervisores. Es importante recordar que ese mayor grado de supervisión bancaria que se relajó en 2018 fue aprobado diez años antes con motivos del estallido de Lehamn Brothers para que nunca volviese a ocurrir nada parecido. Y, por cierto, fue precisamente el CEO del Silicon Valley Bank uno de los que más presión ejercieron sobre las autoridades para que relajaran la supervisión bancaria que dejó fuera del foco a su banco.

Entonces llegó el año 2022 y la Reserva Federal de Estados Unidos comenzó a subir los tipos de interés a una velocidad nunca antes vista en la historia, lo que redujo el valor de mercado de los bonos públicos a un ritmo vertiginoso. En un cálculo aproximado, el banco californiano perdió al menos mil millones de dólares en sus libros cada vez que se subían 25 puntos básicos, y se han subido 450 en menos de un año. Aunque, en realidad, mientras no se vendiesen los bonos públicos no se materializaba ninguna pérdida (porque el bono ofrece renta fija y si se espera hasta su vencimiento no hay nada que temer); el problema es que el aumento de los tipos de interés hizo al mismo tiempo que las start-ups ya no fuesen tan atractivas, porque ya no había tanto dinero barato que poder arriesgar en estas aventuras; y al mismo tiempo todos los bancos empezaron a competir entre ellos por captar los ahorros de sus clientes.

Todo eso hizo que poco a poco el Silicon Valley Bank fuese perdiendo depósitos y liquidez (salía dinero y ya no entraba tanto), hasta tal punto que el pasado 8 de marzo anunció una captación extraordinaria de capital para cubrir el agujero que asustó a los mercados y a sus propios clientes (casi todos del mismo sector y con la misma información), que fueron todavía más raudos a sacar su dinero. Finalmente, para poder disponer de dinero contante y sonante el banco vendió una buena parte de su cartera de bonos, materializando todas las pérdidas que hasta el momento sólo aparecían en sus libros de contabilidad. Su cotización en bolsa se hundió un 60% ese mismo día y el resto de la historia es conocida: los reguladores cerraron el banco y unos días más tarde anunciaron -tras la presión de sus poderosos clientes- que todos los depósitos quedarían intactos -a pesar de superar casi todos el nivel de 250.000 dólares, el umbral que determinada el fondo de garantía de depósitos estadounidenses- gracias a la aprobación de un nuevo fondo de 25.000 millones de dólares que en teoría aportarán los accionistas y propietarios y el resto del sector bancario; aunque a saber...

La clave de este asunto es que el aumento de los tipos de interés suele beneficiar a los bancos comerciales (porque hacen negocio con el diferencial de los tipos y suelen subir más los intereses cobrados que los intereses pagados), pero con Silicon Valley Bank (y otros bancos similares, como el Signature Bank, vinculado a las criptomonedas) ha sido al contrario: el aumento de tipos de interés ha destapado sus negligentes prácticas de gestión -que a su vez no pudieron ser detectadas por culpa de la reforma bancaria de Trump en 2018-. Está por ver cuántos más bancos han acometido este tipo de prácticas irresponsables, pero lo que parece lógico pensar es que no ha sido una práctica generalizada, ya que la mayor parte de los bancos hacen negocios con el diferencial de tipos (y no con la certera de bonos públicos), y el reciente aumento de los mismos les ha beneficiado y no perjudicado. Lo único que está claro es que hemos vuelto a las andadas en materia de supervisión bancaria, lo que nos demuestra una vez más lo necesario que es que las autoridades públicas estén muy encima de las peligrosas prácticas bancarias para evitar más crisis sistémicas.

Fuente: https://blogs.publico.es/otrasmiradas/69779/el-segundo-colapso-bancario-mas-grave-de-estados-unidos-silicon-valley-bank-explicado-sencillamente/?fbclid=IwAR2FYMwO8Pz9o5i-dMQmdCuW-2HlSS9KN0l70QbmRM3ii1ljZIwhZFQVqrw

 

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