Adolfo Barrena Salces.- En matemáticas, desde los más elementales niveles, se explica y se aprende (al menos eso pensaba hasta ahora) que cuando tienes una cantidad (el dinero público) y un gasto (los servicios públicos, las becas, las ayudas,...) debes mantenerlo equilibrado porque si no la cosa no funciona.
Es evidente que si aumentas los ingresos y no aumentas el gasto tienes más dinero en la caja (hacienda pública que es la de todos y todas menos de quienes tienen su pasta en chiringuitos fiscales). Eso en los 43 años y 3 meses de democracia no ha pasado nunca porque el estado de la cosa pública que nos dejaron los 40 años de franquismo era absolutamente deficitario y no se ha conseguido, todavía, igualar nuestro estado de bienestar con el que tienen los países europeos que, una vez que se libraron del fascismo, se dedicaron a construir una democracia.
Igual de constatable, y constatado, es que cuando aumentas el gasto y no aumentas los ingresos el sistema lo equilibras gastando menos. Lo jodido es que de lo que estamos hablando es de gastar menos en los servicios públicos y en la atención a la gente.
Eso ya lo hemos experimentado con la crisis del 2008 al 2014 que cuando no se incrementan los ingresos y hay más necesidades de gasto (recuerden los miles de millones para salvar la banca) se reduce el gasto y pagan la fiesta los servicios públicos, las ayudas, las pensiones, los salarios, la sanidad, la educación (recuerden que aún no hemos recuperado lo que teníamos en 2008).
Llegó la pandemia, y aumentaron los gastos y como eso de subir los impuestos no lo quiere ni dios, aunque hasta dios reclama y exige ayudas, pues el Gobierno que gestiona ha hecho lo que ha podido.
Ahora tenemos otro problema. Las eléctricas, las petroleras y la guerra provocan otra crisis y vuelta la burra al trigo. Todo dios pide y reclama ayudas y riza el rizo y todo dios pide y reclama que se quiten los impuestos.
Vamos que esa corte de expertos en economía, la fauna tertuliana, la prensa hablada y escrita, el empresariado, las derechas extremas, las extremas derechas, las derechas casposas, las que se manifiestan en caballos engalanados y hasta el hijo de mi vecino proclaman esa ecuación imposible: Más ayudas y menos impuestos.
Lo proclaman quienes, dicen, que quieren gobernar este país y no saben, a pesar de sus masters, que no se puede sorber y soplar a la vez, que no se puede dar más por menos. ¿Se imaginan el país en manos de esta gente?
Oigan, un poco de seriedad. ¿No sería mejor meter mano a los beneficios de las eléctricas y las petroleras?, ¿no sería mejor dejar de enviar millones en armas para una guerra?, ¿no sería mejor subir impuestos a quienes ganan millonadas?
Pues no, me dicen, esas cosas son de rojos y comunistas.