Adolfo Barrena Salces.- Hoy, asumiendo que alguien puede pensar que esto ya son cosas de abuelos que cuentan sus batallitas, me voy a permitir hablar de hace 33 años. Era el 14 de Diciembre de 1988, a las 0 horas la tele, la tele única que había en aquel año, se había apagado y quedado a oscuras.
Ese día, el 14 D, el país se paralizó. Todos y todas a una, trabajadores y trabajadoras, los y las estudiantes, en una lucha unitaria, hicimos huelga.
El objetivo era paralizar el Plan de Empleo Juvenil (PEJ), la precariedad en la contratación laboral. El PEJ creaba un nuevo contrato laboral para jóvenes de entre 16 y 25 años cuyo salario era el mínimo interprofesional, y las empresas tenían una bonificación del 100% de las cuota de la Seguridad Social en la parte de contingencias comunes, ¿os suena de algo?. Recordad que, no hace mucho, la patronal, receptora de m´çultiples ayudas y bonificaciones en sus cuotas a la seguridad social por aquello de crear, o mantener empleo, la ha montado porque les ha subido las cotizaciones un 0,5 %.
Pero, además, la clase trabajadora, liderada y convocada por los sindicatos de clase, reclamaba recuperar el poder adquisitivo, perdido por la inflación, incrementar la cobertura de desempleo, equiparar las pensiones mínimas al salario mínimo interprofesional, y asegurar el derecho pleno de negociación colectiva de los funcionarios. ¿No os suenas estas cosas en estos tiempos, 33 años después?
Aquel día hicimos la mayor huelga celebrada en España. Más de ocho millones de trabajadores y trabajadoras y tres millones de estudiantes, hicimos huelga y más de un millón de personas nos manifestamos ese día por las calles de decenas de ciudades y pueblos. Aquel día el Gobierno, el de Felipe González, el del PSOE, tuvo que retirar el PEJ.
Recuerdo el frío de la noche en los piquetes, estuve en el de Mercazaragoza y en el de FOCSA, después, a media mañana, en el que cerró ese templo del consumo que era, y es, el Corte Inglés, en la manifestación de la mañana, en la de la tarde. Un día entero de lucha y movilización que culminó dos semanas anteriores de asambleas por los pueblos y polígonos, por los institutos y facultades, por los barrios.
No había Tw, ni Wassap, ni redes sociales, tampoco había mareas, las luchas eran unitarias y era el color rojo, el de la lucha y reivindicación obrera, el único que llevábamos. El que nos unía a todas y todos.
Hoy, recuerdo también, algunas de las conquistas que, con lucha unitaria, había conseguido la clase trabajadora: La jornada de 8 horas, la prestación por desempleo, las horas extraordinarias, el salario mínimo, el convenio colectivo, las vacaciones pagadas. la indemnización por despido,....
Hoy, 33 años después, se cuestiona el derecho de huelga, y, con mucha mala hostia, oigo a trabajadores y trabajadoras que, en las poquitas huelgas que se convocan, y además sectoriales o de empresa, reivindican su "derecho a trabajar" porque estamos en un país libre.
Hoy, 33 años después, deberíamos recuperar ese sentimiento de pertenencia a la clase trabajadora, deberíamos dejarnos de luchas sectoriales, de cientos de "moviditas" por cada caso concreto (respeto el derecho de cada cual a movilizarse por lo que considere oportuno) y recordar que el único enemigo que tenemos, todos y todas, es el capitalismo y a ese no se le vence con miles de Tw, ni con cabreos en el Face, ni con firmas en Change, ni con luchas parciales.
Hoy, 33 años después, nos han vuelto a quitar lo que tanto costó conseguir, pero nos tienen entretenidos/as a golpe de banderas patrioteras, nos dicen que es más importante la unidad de la patria que el empleo, la sanidad o la pensión, se vota a quien defiende la caza y los toros aunque nada dice de los servicios públicos, se vota a quien dice que un SMI de 965€ es la ruina del país, se vota a quienes te dejan ir de marcha aunque te joden la educación y la sanidad y dejan morir abuelos y abuelas en las residencias.
Queda la esperanza, lo hicimos y seguro que podremos volver a hacerlo, pero es imprescindible recuperar la unidad de la clase trabajadora y la conciencia de clase. La reciente huelga de Cádiz nos abre una puerta porque ha demostrado, una vez más, como se defienden los derechos de la clase trabajadora.