El 9 de noviembre de 2016 se confirmó el triunfo en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de Donald Trump. Inmediatamente, en las tertulias de los grandes medios de comunicación, los tertulianos se pusieron a hablar de los graves peligros del ´populismo´, término que contraponen a lo que ellos entienden como opciones políticas democráticas y responsables, es decir, al bipartidismo y al deseo de que todo siga esencialmente dentro de unos límites predefinidos.

Si hay un término que se usa de manera errónea y a sabiendas, éste es ´populismo´. Se acusa de populista al intento de socialismo del siglo XXI que comenzó a crecer con Hugo Chávez en Venezuela; se acusa de populismo a Podemos, una fuerza que nació dentro del sistema para, según declaran sus líderes, regenerarlo€ y también se acusa de populismo al multimillonario y futuro presidente de la primera potencia mundial Donald Trump, que ideológicamente se sitúa en la extrema derecha nacionalista y tiene lo mismo que ver con el Gobierno de Venezuela o con Podemos que un perro con una castaña.

Ergo, el término populismo está prostituido, y con su uso se engaña, de manera malintencionada a la gente, en este caso a los lectores de la prensa del establishment.

Populismo es la táctica política que consiste en decirle al pueblo aquello que espera escuchar, en prometer lo imposible, aun a sabiendas de que no será posible satisfacer las expectativas creadas.

Dicha táctica se usa con el fin de obtener una ventaja, en la mayoría de los casos, votos, procedentes de sectores de la población descontentos y, a la vez, poco proclives a realizar un análisis profundo de las distintas propuestas políticas.

El populismo es transversal, pues como táctica puede ser asumido por cualquier proyecto político. Crece a partir del desencanto, a partir de personas que se sienten engañadas por el poder existente y, paradógicamente, se basa en el engaño, es decir, en engañar otra vez a los que ya pudieron haber sido engañados.

Pues bien, quienes más y de manera más efectiva han usado esa estrategia ´populista´ que ahora usan como espantajo para meter miedo a la población, son precisamente quienes vienen gobernando en nuestros países desde hace décadas; ellos soltaron a la bestia, y ahora se quejan de que muerda.

En el caso concreto de España, nadie ha usado el populismo con mayor profusión que el PP: Mariano Rajoy, está grabado, anunció que no recortaría en sanidad, educación ni en Servicios Sociales, inmediatamente antes de poner en marcha la tijera. Populismo grosero es la estrategia del PP en materia de agua en todo el sediento Sureste español, prometiendo ´agua para todos´, agua para todo y gratis, a sabiendas de que ni una cosa ni la otra son posibles. Populismo es pasar años y años confirmando la llegada inminente de un determinado tren, que nunca llega, unos modernos aeropuertos para los que no hay aviones. Populismo es también utilizar el terrorismo de ETA para obtener réditos electorales y acusar de querer romper España a todo el que no comparte su idea centralista de nación.

No sólo conocemos el populismo utilizado como táctica de dirigentes nacionales o regionales; también hemos sufrido casos lamentables de populismo en nuestros pueblos: hace tiempo vi a algún candidato del PP prometiendo cientos de puestos de trabajo en pueblos arrasados por el paro. También he visto a responsables de este mismo partido culpar del paro a los inmigrantes, usando la xenofobia para ganar votos. A esos mismos políticos xenófobos, los he visto, tan solo unos meses después, invitando a sumarse a sus listas electorales a ´extranjeros´ con derecho a voto en las elecciones municipales, claro.

Por lo tanto, no, señores y señoras, Donald Trump será un xenófobo, un machista, hablará como un borracho desquiciado, le dirá a la gente con poco nivel cultural justo aquello que espera escuchar, negará el cambio climático (como hizo Mariano Rajoy en el pasado) pero no es más populista que ustedes.

Por eso, señores y señoras del PP, también en parte del PSOE, coro de tertulianos al servicio de estos partidos, corifeos varios, consejos editoriales de tantos medios de comunicación, dejen de utilizar el término ´populismo´ de forma infame, dejen de agredir a la inteligencia de la población, dejen de prostituir el lenguaje asustando a la gente con la idea de ´que vienen los populistas´ de la misma forma que antes trataban de asustar a la gente usando el espantajo del comunismo soviético para taponar a IU.

Los populistas, en todo caso, ya estaban aquí, son ustedes, y llevan demasiado tiempo mintiendo para conservar votos y privilegios. Han asumido una táctica política que, además de no ser ética, está cargada de riesgos: sobre todo el riesgo de que los extremista aprendan a usar los mismos métodos y lo hagan de forma exitosa.

Como dijo Antonio Gramsci refiriéndose a la crisis: «Lo nuevo no acaba de nacer, lo viejo no termina de morir. En estos claroscuros es donde nacen los peores monstruos».

Ahí los tienen: Donald Trump, el Brexit, el partido xenófobo británico UKIP, y, próximamente el Frente Nacional de Marie Le Pen gobernando
en Francia. Ahí lo tienen, es el resultado del populismo que un día ustedes pusieron en marcha, como efectiva táctica electoral, y que hoy, claro, ya no es patrimonio suyo. La bestia se les escapó y se reproduce por doquier.