A finales del siglo XIX, en que emerge la lucha de clases y el sindicalismo, la Iglesia católica, históricamente bastante refractaria a la cuestión social, aborda esta problemática con la publicación por el papa León XIII de la Encíclica Rerum Novarum, si bien es cierto que condenando la lucha de clases y defendiendo la propiedad privada. En nuestro país, a primeros del siglo XX, surgen los sindicatos católicos, que alcanzaron su máxima expansión en el reinado de Alfonso XIII, entre 1917 y 1923, y que se configuraron de forma interclasista, con marcado carácter paternalista y vinculados a la patronal.

Pero todo cambia en los primeros años del duro franquismo: en los seminarios nacen los llamados ‘Grupos de Jesús Obrero’, futuros sacerdotes que vieron claro que el mensaje del Evangelio calaría mejor si la Iglesia se acercaba al mundo del trabajo. Con el tiempo, asistiríamos al nacimiento de movimientos como la JOC (Juventud Obrera Católica) y la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), creada en 1946 por Guillermo Rovirosa y Tomás Malagón y que propugnaba el «comunitarismo» como alternativa tanto al capitalismo como al comunismo.

Posteriormente, el movimiento de los curas obreros, nacido en los suburbios de París, tendría su punto álgido en las ciudades españolas después del Concilio Vaticano II (octubre de1962). Esos curas bajaron de la comodidad del púlpito para encarnarse en el mundo de los pobres. En nuestro país, unos 800 sacerdotes lucharon por las libertades democráticas desde los años 60 del pasado siglo, renunciando, en muchos casos, a su salario para vivir y trabajar junto a los más desfavorecidos. David Armentia, con permiso del obispo de Bilbao, fue el primer sacerdote autorizado a trabajar cinco horas al día en una fábrica, en 1963.

BERMEJO, EL CURA OBRERO DE VISTA ALEGRE. En esa población de la periferia cartagenera, el cura Antonio Bermejo Hurtado fue uno de ellos. Nacido en 1941 en Cieza, en el seno de una familia trabajadora, ya desde el seminario tuvo clara su vocación de incardinarse en el mundo del trabajo. Ordenado sacerdote, y tras su paso por la vendimia francesa y por localidades como Calasparra, su primer destino y en donde trabajó en la recolección del arroz, y en otras como La Paca y Zarcilla de Ramos, recaló, tras una breve estancia en Alumbres y Roche, en Vista Alegre, a finales de los 60, según nos recuerda en artículo reciente Tomás Martínez Pagán, vicepresidente de la FREMM, quien, como el autor de estas líneas, lo conoció de cerca.

Martínez Pagán nos dice, y yo coincido con su apreciación pues crecí en esa barriada, que Bermejo «al llegar a Vista Alegre causó sensación pues era un joven que trabajaba, en una droguería cartagenera, como complemento a su labor pastoral». Los y las jóvenes comenzamos a reunirnos en la propia casa de este cura obrero de la HOAC, convertida en un improvisado salón social. Con el texto reproducido en aquellas antiguas máquinas Olivetti y con copias calcadas para que llegaran al resto de actores y actrices, representamos en teatro leído Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo, obra comprometida con la problemática social. De las actividades de cinefórum recuerdo la proyección y comentario de Corredor sin retorno, de Samuel Fuller (1963), un duro alegato contra la situación de los centros psiquiátricos. Como interesante sin duda fue recibir la visita de un muy joven Luis Pastor, que iniciaba en aquellos años de finales del franquismo su periplo de cantautor y que nos deleitó con su voz y su guitarra en el patio de la casa del cura, centro también de nuestros guateques juveniles, entonces dominicales, en los que nos reuníamos la juventud del barrio con visitas esporádicas de jóvenes de fuera y que era un espacio en que nos liberábamos, en parte, de la pacata y opresiva moral franquista, pues además de música ligera, los temas de cantantes como Adamo y Demi Roussos propiciaban los bailes «agarrados».

Con Antonio Bermejo, que no dudaba en entregar su sueldo de droguero a las familias necesitadas del barrio, desperté a la cuestión social pues, ya desde muy joven, ingresé en la HOAC, participando en las reuniones de esta asociación y de la editorial ZYX, pensada para la edición de aquellos cuadernos de cultura popular mediante los cuales nos acercamos al conocimiento de autores como Gorki, Diego Abad de Santillán, Ángel Pestaña…

OTRAS ACTIVIDADES CULTURALES. Si hay que destacar, además de esas actividades que dinamizaban la vida del barrio, otros aspectos del ámbito cultural que este cura obrero y sindicalista impulsó es obligado referirse a dos hechos que han venido situando durante estos cuarenta últimos años a este pequeño núcleo de población [de apenas unos 1.500 habitantes] a la vanguardia de los barrios cartageneros: el teatro y la Semana Cultural.

Según me recuerda hoy Pepe Ros, entonces un joven del barrio que estudiaba el bachillerato en el instituto Isaac Peral de Cartagena en 1977-78, junto con otros jóvenes de la barriada y en contacto con Rafael Laguna, tras conocer la Semana cultural del colectivo cartagenero «Abraxas» (allí pudo saludar Pepe a Carmen Conde), decidieron poner en marcha la representación de la ópera-rock «Jesucristo Superstar», que llegó a escenificarse al aire libre en la propia barriada. Había nacido, con el impulso y el estímulo del cura Bermejo, GITVA (Grupo de Teatro Independiente de Vista Alegre), que hoy, tras el parón obligado por la pandemia, retoma sus representaciones tras muchos años de poner en escena aquella obra y piezas de distintos géneros, con más de setenta, como Para que el hombre no sea más víctima del hombre, de claro contenido humanista de izquierdas; el espectáculo Homenaje a los poetas del pueblo; la zarzuela La Revoltosa; el teatro de vanguardia con Fando y Lis, de Fernando Arrabal; y Ubu Rey de Alfred Harry; la comedia Esta noche tampoco, musicales como Evita…

Pero ahí no se detiene la dinamización cultural que impulsaran Pepe Ros y el cura Antonio Bermejo. En contacto con la asociación cartagenera Abraxas emprendieron la aventura de celebrar las Semanas culturales de la barriada, teniendo centros de actuaciones los salones parroquiales de la iglesia que, en su día, y con el esfuerzo voluntario del vecindario, levantaron en el barrio y que dispone salón de actos, guardería infantil, consultorio médico… Pepe Ros me cuenta que han organizado hasta 38 semanas culturales antes de la pandemia, desarrolladas en el mes de junio, y que, superada esa crisis pandémica, la Semana cultural va a reanudarse este año 2023.

Por Vista Alegre han desfilado figuras del rock como Barón Rojo y Obús, en 1974, de nuevo Obús y Saratoga en 1999 (Obús actuará de nuevo en 2023), Asfalto y Lujuria en 2003…además de contarse con galas flamencas, como la de 2003, con Ana Reverte, la de 2004, con Chano Lobato…

Juanito Valderrama y Luis Pastor también se han asomado a una barriada que ha venido organizando frecuentes veladas troveras.

UN CURA QUERIDO POR EL VECINDARIO. La labor, no sólo pastoral, sino cultural de este sacerdote ha sido reconocida por la organización del Festival del Cante de las Minas de La Unión y por el propio consistorio cartagenero, que en 2018 le concedió, por unanimidad de todos los grupos y a propuesta de varios colectivos, la Medalla de Oro de la ciudad. Un vecino del barrio, el pintor Luis Ramón Bueno, ‘Kiko’, le hizo un retrato con el fondo del Cristo de la Ermita del Ferrol que, por inesperado, emocionó mucho a este curica ya jubilado.

Ese cuadro, destinado a estar expuesto en la iglesia parroquial, ha sido retirado por el nuevo párroco. Creo que, por dignidad y respeto a la figura de este cura cuyo testimonio de vida es digno de admiración, ese cuadro debe estar ahí, pues así lo quieren sus vecinos y vecinas.