Teníamos 8 y 9 años. Estábamos tranquilamente en clase cuando varios de nuestros compañeros gritaron: «¡Mirad, mirad a toda esa gente bajando!». En ese momento, con la nariz pegada a la ventana, vimos a cientos de personas que llegaban de la montaña hasta la entrada del pueblo [Céret, en el Rosellón francés]. Fue a finales de enero de 1939. Las tropas senegalesas formaron una barrera para intentar controlar esa avalancha humana.
Al terminar la clase, las autoridades nos obligaron a quedarnos en el colegio […]. Cabe decir que durante dos o tres días la oleada era continua. Durante tres meses no tuvimos clases porque los profesores se encargaron de repartir algo de comer a los niños refugiados […]. Éramos pobres, pero hicimos lo que pudimos. Un día, los refugiados llevaron a mi casa dos heridos bastante maltrechos y pidieron a mis padres si no les importaba acogerlos. Uno había recibido una bala en la rodilla y el otro tenía una en el pulmón. Los escondimos y curamos durante tres días hasta que la Cruz Roja vino a buscarlos.
El hombre herido en la rodilla volvió tres años después para, amablemente, agradecernos el haberle salvado la vida. Su compañero, por desgracia, murió en el hospital […]. Aquel exilio tuvo que ser terrible para aquella gente […]. Hoy, ya estamos viejos y quedan muy pocas personas de nuestra generación. Sin embargo, no hay que olvidar lo sucedido, por eso damos testimonio».
Quienes así se expresan son Joseph Ribes y Joseph Duniach, con 90 y 91 años respectivamente, que vieron llegar a su pueblo a cientos de exiliados republicanos exiliados en enero de 1939 y que han plasmado sus vivencias en un libro, Les couleurs de la liberté (Los colores de la libertad), traducido al español por la editorial Blume con el título Memoria de la retirada. 1939. Éxodo y exilio, Barcelona, 2022.
El libro, en su edición francesa, es de autoría colectiva. Guiados por el fotoperiodista Miquel Dewever-Plana y con la colaboración de las profesoras Marie Sola, Rose Marie Faury y Maxime Escriba, el alumnado del instituto Deódat de Séveret, de la localidad de Céret (Pirineos Orientales franceses) tuvo el privilegio de conocer y estudiar las peripecias de los testigos de aquellos refugiados. Grabaron sus testimonios y, mediante un enfoque fotográfico documental contemporáneo, nos aportan aspectos de la vida de esos ancianos.
Cronología de un exilio dramático. La Batalla del Ebro (julio-noviembre de 1938) significó el principio del fin de la Guerra Civil española y de la II República. Tras el primer éxito inicial de la ofensiva republicana, las tropas franquistas logran neutralizarla, con un saldo de miles de víctimas por ambas partes, e inician a finales de ese año 1938 una ofensiva por el río Segre. Barcelona cayó el 26 de enero de 1939 y una semana más tarde los franquistas se encontraban a pocos kilómetros de una frontera atestada de personas refugiadas camino del exilio. El Gobierno de Daladier, sorprendido por esa avalancha humana, se mostró reticente a la recepción de esa marea de personas que colapsaron los pasos fronterizos; no obstante, el 28 de enero permitió el paso del personal civil y el 5 de febrero, de los combatientes republicanos.