La política parece siempre un río revuelto, una corriente de discusiones, enfrentamientos, ruidos, inercias, declaraciones y corrientes de opinión que suele dirigir los debates a zonas interesadas de enfrentamiento. Se trata de tensiones accidentales que encubren los verdaderos motivos de tensión. Por ejemplo, si una fuerza política quiere aprobar una fiscalidad justa para distribuir la riqueza y otra quiere seguir manteniendo los privilegios de las élites sociales, es muy posible que la controversia sobre los impuestos sea desplazada por pases de pecho, picas, pullas manoletinas, estocadas y vueltas al ruedo que tengan que ver con ETA, las víctimas del franquismo, la sexualidad trans o los libros de texto.
Y no es que dejen de tener importancia estos y otros asuntos relacionados con la dignidad democrática. Pero no conviene olvidar en medio de la trifulca que hay intereses centrales dispuestos a ocultar el debate de fondo, aquello que define en realidad las opciones de la política en el presente. No conviene olvidar que las grandes élites económicas están interesadas en comprar comisarios, periodistas y políticos para evitar la pérdida de sus privilegios económicos y obstaculizar cualquier alternativa de gestión que evite el empobrecimiento de la mayoría, las brechas sociales y el aumento descabellado de beneficios en favor de los que más tienen. Todo es importante, pero resulta necesario comprender lo que está en juego de verdad en cada momento. El ruido y el griterío tiene en ocasiones como aliada a la rumorología, otra buena manta que sirve para cubrir los debates decisivos de la actualidad. En el pichinglis, uno de los idiomas que se hablan en Guinea Ecuatorial, se utiliza la palabra congosá para aludir a la dinámica que convierte a Malabo en un patio de vecinos, el cotilleo convertido en lugar de la verdad para dominar los fluidos de las actualidades. La palabra congosá es una buena aliada para entender la circulación de noticia en las redes sociales y los procesos de comunicación dominados por el vértigo y las interpretaciones. La política se convierte en un patio de vecinos.
El ruido y el griterío tiene en ocasiones como aliada a la rumorología, otra buena manta que sirve para cubrir los debates decisivos de la actualidad. En el pichinglis, uno de los idiomas que se hablan en Guinea Ecuatorial, se utiliza la palabra congosá para aludir a la dinámica que convierte a Malabo en un patio de vecinos, el cotilleo convertido en lugar de la verdad para dominar los fluidos de las actualidades. La palabra congosá es una buena aliada para entender la circulación de noticia en las redes sociales y los procesos de comunicación dominados por el vértigo y las interpretaciones. La política se convierte en un patio de vecinos.
Vuelvo a repetir: en los diversos debates hay cuestiones de calado para la dignidad democrática. Tampoco carecen de interés las noticias sobre los motivos de un cese o las razones de un nombramiento. Lo que se sabe, lo que se dice, lo que se calla, lo que se intuye… nada carece de interés. Pero ese interés, convertido en protagonista único de la actualidad, sirve de manera peligrosa para que la congosá olvide el debate principal de la democracia española en el día de hoy y de mañana: la posibilidad de hacer justa la convivencia, limitando los privilegios empresariales y fiscales de unas élites económicas más interesadas en el saldo espectacular de sus beneficios que en el patriotismo del bien común. Mientras que la Unión Europea se mantenga como realidad política, es difícil que esas élites puedan volver a las tentaciones golpistas del pasado, porque se quedarían fuera de juego en su contexto económico. Lo que se ha demostrado ya es que no les importa, si hace falta, llevarse por delante la dignidad de la política, el periodismo y los poderes del Estado.
Por mucho que se empeñen en caricaturizar al presidente Pedro Sánchez y conviertan su apellido en un adjetivo contagioso, a los maniobreros del poder secreto les importa tan poco el presidente como los otros políticos que compran y ponen a su servicio igual que marionetas. Por mucho que pretendan desprestigiar a la vicepresidenta Yolanda Díaz y a su proyecto de sumar en la izquierda, ella les preocupa tan poco como el comisario corrupto que sobornan o el juez que mantienen al servicio de sus intereses. Lo que les importa, ocultos en el ruido y en la congosá, es que de las próximas elecciones pueda salir un gobierno que siga dignificando los contratos laborales, las pensiones y los despidos; un Gobierno que se atreva a acometer la reforma fiscal necesaria para defender los servicios públicos en la nueva crisis económica y política que ha caído sobre el mundo.
Cuidado con la congosá. Que los amigos, los enemigos, los cómplices, los adversarios, los compañeros de viaje o las soberbias personales oculten o se olviden de la discusión principal, supone el mayor peligro para el futuro inmediato del pensamiento progresista español.
Fuente: https://www.infolibre.es/opinion/columnas/verso-libre/congosa_129_1287644.html