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Ucrania: una guerra subsidiaria Featured

 Ernesto Ekaizer / Epe.es

Imágenes que evocan la Guerra Civil española y los bombardeos de la Luftwaffe de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial son las que nos trae Ucrania a una distancia de 2.992,44 kilómetros desde Madrid desde el 24 de febrero de 2022. Vladímir Putin, según ha explicado este fin de semana al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y unos días antes al presidente francés, Emmanuel Macron, va a por todas y no parará hasta controlar Ucrania, aunque para ello llegue a su destrucción, como ya es visible, si no consigue una rendición incondicional. "Lo peor está por llegar", dijo un portavoz de Macron después de una conversación telefónica de hora y media entre el Palacio del Elíseo y el Kremlin.

La guerra -palabra que los medios de comunicación en Rusia tienen prohibido usar bajo amenaza de cárcel- de Putin, ¿ha sido la reacción a la amenaza inminente que podía representar Ucrania para Rusia?

La respuesta es no. Ucrania no suponía un peligro inmediato, nuevo, inesperado, que podría explicar el giro espectacular de Putin, un giro preparado, que no improvisado.

¿Ha habido, por decirlo de manera exagerada, algo parecido a un atentado de Sarajevo 1914? Y, aunque su Constitución así lo asume como posición de principios, Ucrania no ha solicitado formalmente entrar en la OTAN.

Pretexto falso

El humo sale de un automóvil quemado después del bombardeo del 28 de febrero de 2022 en

Durante semanas, si no meses, el presidente ruso negó sistemáticamente las informaciones promovidas por la Administración Biden y los servicios de inteligencia de Estados Unidos sobre la preparación de la guerra con un pretexto falso.

El domingo 20 de febrero, el presidente Macron propuso a Putin y a Biden la celebración de una reunión bilateral entre ambos presidentes como paso previo a una cumbre sobre la seguridad en Europa. En un comunicado, el Elíseo informó de que tanto uno como otro habían aceptado la iniciativa del encuentro bilateral. Según la información francesa, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, y el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, debían abordar el asunto el 24 de febrero.

Pero el 21 de febrero, Putin inició la invasión en dos fases. Primero, mediante la entrada de tropas rusas tras reconocer a las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, en la región del Donbás, en el sureste del país, y en las primeras horas de la mañana del 24, al lanzar a sus tropas, aviones y misiles -utilizando como una de sus plataformas a Bielorrusia- en toda Ucrania.

Una 'blitzkrieg', la guerra relámpago a la Wermacht y a la Luftwaffe.

Crónica de una guerra anunciada

¿Por qué no se impidió lo que ya es la crónica de una guerra anunciada con meses de anticipación?

Las condiciones de negociación puestas sobre la mesa en diciembre pasado por Putin eran básicamente dos: abandonar el plan de entrada de Ucrania en la OTAN y acordar un tratado de seguridad bilateral entre Europa y Rusia que frenase la expansión de la OTAN hacia el este. Ambas fueron rechazadas por Estados Unidos.

¿Podía ignorar Biden, cuyos servicios de inteligencia y altos cargos de la Administración ya anunciaban una invasión inminente, que este rechazo echaría más leña al fuego?

Y, sobre todo, ya que en teoría lo importante es Ucrania, esto es, preservar tanto al país como la vida de sus ciudadanos, ¿hacía más segura la situación del país -situado a 460 kilómetros de Rusia (distancia entre Lugansk y Voivogrado) el rechazo liso y llano de las condiciones de Putin?

Porque aquí quienes se la jugaban eran los ucranianos.

¿Por qué? Porque tanto Biden, que acababa de evacuar Afganistán, como la OTAN, dejaron en claro meridianamente que no enviarían tropas para defender a Ucrania. En otros términos, se daba la paradoja de que la OTAN, el escudo protector de Ucrania, estaba diciendo a Putin que ante su inminente invasión -aseguraban los servicios de inteligencia norteamericanos y con razón como se pudo ver el 24 de febrero- no resistirían con soldados junto a un país que si bien no forma parte de la Alianza Atlántica aspira en un futuro sine die ser parte de ella.

Crisis de los misiles de Cuba

Supongamos por un momento que la respuesta de Estados Unidos y de la OTAN a las condiciones de Putin fueron, en la última semana de enero pasado, el 'momento de la crisis de los misiles de Cuba-EEUU de 1962'.

La de Ucrania era el reverso de esa crisis. EEUU había intentado invadir Cuba (Bahía de los Cochinos, abril de 1961), un plan diseñado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) antes de la llegada del presidente Kennedy a la Casa Blanca. La invasión fracasó. Y en 1962 Rusia, bajo la batuta del primer ministro Jhrushov, decidió de acuerdo con Fidel Castro instalar plataformas móviles de lanzamiento y misiles en Cuba, a 370 kilómetros de Estados Unidos. El presidente Kennedy ordenó preparar esta vez una invasión en regla de la isla. Pero se dio tiempo para negociar. La Marina norteamericana controló la entrada a la isla de Cuba de barcos con material militar y a través de negociaciones oficiales y entre bastidores, durante 13 días, con intercambio de duras cartas de reproche entre Kennedy y Jhrushov, se disolvió una crisis que parecía rozar la guerra termonuclear.

Jhrushov retiró los misiles de Cuba y Kennedy ordenó más tarde, aunque sin vincular la decisión a la crisis de Cuba, la retirada de los suyos en Turquía.

Y ahora, Putin venía amenazando con invadir Ucrania a 460 kilómetros de su frontera. Como se ha señalado, EEUU daba por hecha la invasión desde al menos dos meses antes.

La crisis de los misiles empezó el 14 de octubre de 1962, cuando un avión espía U-2 captó centenares de fotografías de las instalaciones soviéticas en Cuba y acabó el 28 de octubre con una carta de Jhrushov comprometiéndose a desmantelar los misiles y retirarlos de Cuba.

Conversaciones entre iden y Putin

Biden habló con Putin el 30 de diciembre de 2021 desde su residencia veraniega de Wilmington, Delaware. Volvió a hacerlo el 12 de febrero de 2022. No hubo ningún avance sobre la exigencia rusa de bloquear el ingreso de Ucrania a la OTAN. Un ingreso que, por otra parte, ni siquiera está en la agenda.

La OTAN armó a la oposición al presidente prorruso Yanukóvich en 2014, y financió el golpe de Estado del Euromaidán y escogió a miembros del nuevo Gobierno. Y ha seguido vendiendo equipos militares a los dos gobiernos ucranianos –Petró Poroshenko y Volodímir Zelenski- ininterrumpidamente desde entonces.

El pasado sábado 4 de marzo, 'The Washington Post', basándose en un informe desclasificado, apuntaba que "tan pronto como diciembre, el Pentágono ha equipado a combatientes ucranianos para luchar en áreas urbanas, incluyendo escopetas y trajes especializados para proteger a soldados que manipulan explosivos".

Según el 'Post', "en total, la variedad, volumen y potencia de fuego que han sido transportados a la zona de guerra ilustra hasta qué punto Estados Unidos ha buscado preparar a los militares ucranianos para llevar adelante una guerra híbrida contra Rusia. En el último año, EEUU ha comprometido más de 1.000 millones de dólares en asistencia militar a Ucrania. Ello incluye radares contra morteros, radios seguras, equipos electrónicos, equipos médicos, y constante aprovisionamiento de misiles Javelin [misil jabalina]".

Proxy war'

Esta conducta, ¿justifica la idea de que en Ucrania se está librando ya desde hace años y ahora con la monstruosa e ilegal invasión de Putin una guerra subsidiaria, lo que los americanos llaman 'proxy war'?

Es decir: una guerra donde algunos actores actúan instigados por otros protagonistas aparentemente no implicados directamente, con tropas, en las hostilidades.

No es una teoría de la conspiración. En realidad, la ayuda militar descrita a Ucrania no ha sido ocultada antes de la invasión rusa.

Pero sí un ejemplo parece interesante para evocar ha sido, precisamente, la guerra de Afganistán.

Solamente en 1998 se pudo conocer la secuencia de los hechos cuando Zbigniew Brzezinski, exconsejero de Seguridad Nacional del presidente Jimmy Carter, reveló cómo EEUU tendió la trampa para que la Unión Soviética dirigida por Leonid Breznev invadiera Afganistán. Hasta entonces se creía que la CIA había ayudado a los muyahidines en 1980 tras la invasión rusa de diciembre de 1979.

"Pero la realidad que se mantuvo en secreto es diferente. Fue el 3 de julio de 1979 cuando el presidente Carter firmó la primera orden sobre la asistencia clandestina a los opositores del régimen prosoviético de Kabul. Y ese día yo escribí una nota al presidente donde le explicaba que en mi opinión esa ayuda provocaría una intervención militar de los soviéticos. Nosotros no empujamos a los soviéticos a intervenir pero incrementamos conscientemente la probabilidad de que lo hicieran. Y no me arrepiento. Aquella operación secreta era una excelente idea. Su efecto fue que atrajo a los rusos a caer en la trampa afgana".

El Vietnan URSS

Preguntado si se arrepentía de estos hechos, el exasesor de Seguridad Nacional respondió: "¿Como me voy a arrepentir? El día que los soviéticos cruzaron oficialmente la frontera, yo le escribí al presidente Carter: 'Ahora tenemos la oportunidad de darle a la URSS su guerra de Vietnam'. Moscú tuvo que librar durante casi 10 años una guerra insoportable para el régimen, un conflicto que provocó la desmoralización y finalmente el estallido del imperio soviético".

¿No lamentaba haber favorecido el integrismo islamista al aportar armas y consejo a futuros terroristas? Brzezinski respondió: "Boberías, el islamismo global no existe... ¿Qué es lo más importante para la historia mundial? ¿Los talibanes o la caída del imperio soviético? ¿Algunos locos islamistas o la liberación de Europa central y el fin de la Guerra Fría?".

Parafraseando a Brzezinski, ¿está EEUU, ahora que ha sido derrotada en Afganistán, aprovechando para darle a Rusia una nueva guerra esta vez en Europa, logrando que la cara la ponga la Unión Europea, con Alemania a la cabeza, y conseguir así el fortalecimiento de la OTAN al cerrar filas contra Putin?

En cuanto a Putin, no deja de ser oportuno citar a la gran historiadora norteamericana Barbara W. Tuchman. En su libro 'La marcha de la locura'. De Troya a Vietnam escribió: "Un fenómeno notable a lo largo de la historia, independientemente del lugar o tiempo, es la búsqueda, por parte de los gobiernos, de políticas contrarias a sus propios intereses. Parece que la humanidad se comporta peor a nivel de gobiernos que en cualquier otra actividad humana".

Fuente: https://www.epe.es/es/opinion/20220307/ucrania-guerra-subsidiaria-13337935

 

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