Bartolomé MarcosNo sé cómo va a acabar esta historia para no dormir de la conformación de gobierno en España (perdón) tras el resultado de las elecciones generales del 20 de Diciembre de 2015. Los alemanes lo habrían resuelto hace meses y yo también, aunque a mí no me dejan resolverlo, claro. Además lo dije y lo escribí el veintitantos de Diciembre, muy pocos días después de la jornada electoral, en un artículo titulado “Ahora que todos han perdido, España (perdón) debe ganar”. Pues no, de momento no me han hecho ni puñetero ni putañero caso y España (perdón) es la que está perdiendo (como poco un tiempo precioso) porque todos quieren ganar…después de haber perdido.
Apuntaba yo entonces como alternativa deseable un posible (que parece imposible…) gobierno integrado por las tres principales fuerzas constitucionalistas, P.P., PSOE y Ciudadanos, eso que se ha dado en llamar la gran coalición, dejando al margen, es decir, aparcando sus candidaturas personales, tanto Rajoy como Pedro Sánchez (sustituidos respectivamente por Cristina Cifuentes y Ángel Gabilondo), y presidido por Albert Rivera, el único de los tres candidatos al que realmente votaron los ciudadanos (no sólo los suyos…), porque en lo que se refiere a los otros, en el caso de Rajoy votaron primordialmente la marca P.P. y en el caso de Pedro Sánchez votaron por encima de todo PSOE. Sus índices de popularidad lo demostraban entonces y lo siguen demostrando ahora. Por los suelos…
Pues bien, cuando lo que importa por encima de todo es España (perdón), a estos chicos tan maravillosamente bien pagados les sobreviene la dolencia de la reunionitis interminable. A Rajoy, como número 1 de la lista más votada, le hizo el rey la propuesta de que intentara formar gobierno, pero al quijotesco, orgulloso, impasible y catatónico líder de la derecha española le entró la cagalera ante la tesitura de presentar su candidatura a la presidencia del gobierno frente a un congreso mayoritariamente hostil. Pasó…como si fuera una partida de póker, esperando mejor oportunidad, y brindó la mejor oportunidad de su vida al socialista (o eso dice él) Pedro Sánchez, que no se lo pensó ni un momento porque lo tenía todo perdido, y (una vez más se dijo él a sí mismo) de perdidos, al río, o sea, a presidir el gobierno de España, en un río lleno de aguas turbulentas, de peligrosísimos rápidos, pedregales, saltos, precipicios y cascadas. Con temerario atrevimiento adolescente, la envergadura tamaña del problema no lo arredró.
Y han pasado más de tres meses, y después de muchas reuniones, seguimos sin gobierno, que no es que ése sea el mayor problema que tiene España (perdón), que a veces se vive mejor sin gobierno, porque para mal gobierno ninguno, pero que, no siendo el de tener gobierno el mayor problema de España (perdón), sí es un problema de grueso calibre cuya pronta resolución podría contribuir a resolver otros muchos problemas de enjundia y a evitar bastantes que van a empezar a plantearse hoy, mañana o pasado mañana, o sea ya mismo. Contar con un gobierno estable es necesidad urgente, máxime en la coyuntura actual tan delicada, cuando tantos enemigos, sobre todo interiores, acechan
Pues en esta delicadísima coyuntura nuestros más conspicuos líderes políticos, inasequibles al desaliento, no cejan en su empeño de muñir alianzas contra natura para las que ya han recibido muchos noes y que reportarán a España (perdón) más perjuicios que beneficios en caso de alcanzarse un extremo y agónico acuerdo a la catalano-valenciana.
Reuniones y más reuniones, consultas y más consultas para validar los acuerdos…que nadie sabe si alguna vez van a estar operativos o si acabará pasándoles como a la Constitución Española del 78, incumplida sistemáticamente, y cuyo cambio, modificación o reforma tantos piden ahora cuando aún ni siquiera ha empezado a cumplirse. Y digo yo que para qué queremos otra Constitución, si ya tenemos una, aún muy joven (sólo 38 añitos, que para una Constitución no es nada), y no se cumple. Por cierto ampliamente respaldada en Referéndum incluso en Cataluña. Sí, también en Cataluña.
Miren, los resultados del 20 D fueron los que fueron, y el pueblo no se equivocó. Otra cosa es que a los líderes de los partidos políticos, que son opciones de parte, les interese interpretar los resultados de una u otra manera. Pero 248 diputados del actual Congreso representan opciones constitucionalistas en la línea de la Constitución Española de 1978. Tendrán que aparcar diferencias y entenderse en lo esencial si piensan en España (perdón) y en los españoles. A mí personalmente (y supongo que también a la mayor parte de los españoles) me importa un pito quién gobierne con tal que se acabe con las corruptelas, que sea un gobierno honrado e inteligente que piense en todos, y que nos devuelva un horizonte de tranquilidad y progreso en paz y concordia, siquiera sea por dos o tres años hasta poner orden en las cosas o poner las cosas en orden. Las reuniones tienen sentido cuando no son fruto de la “reunionitis”, sirven si son para tomar decisiones o adoptar acuerdos, pero son improductivas, exasperantes, baldías y absurdas cuando lo único que sale en claro de ellas es que hay que seguir reuniéndose aunque no se sepa muy bien para qué o a lo sumo sirven sólo para determinar la fecha de la siguiente reunión.
O llegan a la gran coalición, o la gran coalición acabará encontrando su camino.
(*) Peligrosa, enfermiza e improductiva propensión de quienes aspiran a ganarse la vida simplemente reuniéndose. Ejemplos…los líderes de las diferentes formaciones políticas que perdieron las elecciones generales el 20 de Diciembre de 2015, con la excepción del P.P., también aquejado de la dolencia, pero que no ha mostrado síntomas simplemente porque nadie ha querido reunirse con ello
