Se cumplen 110 años de la propuesta de salir a la calle el 8 de marzo para conmemorar el día internacional de la mujer. Después de tanto tiempo, el legado de feministas socialistas como Clara Zetkin nos recuerda que el feminismo debe estar en lucha. Cada año, las mujeres de todo el mundo hemos salido a las calles el 8M para exigir una alternativa a este sistema que pone en peligro nuestras vidas y nuestro planeta. Pero lo más importante es que ya en 1910 nuestras compañeras entendieron que sólo estando juntas y luchando por resolver los problemas de las mujeres del mundo podemos conseguir transformarlo. Porque cada 8 de marzo nos vemos fuertes y juntas llenando las calles, como reflejo de ese feminismo en lucha constante que va haciéndonos avanzar como sociedad, empujando revoluciones y construyendo resistencias.
Desde Chile hasta la India, desde Palestina a Filipinas, las mujeres luchamos por un mundo sin violencias machistas ni sexuales, contra la división sexual del trabajo y la mercantilización de nuestros cuerpos, por los derechos reproductivos y la libertad de las orientaciones sexuales e identidades/expresiones de género. El feminismo igual que el internacionalismo, cuya piedra angular es la solidaridad, el respeto y la justicia social, solo puede valer si es para todas y en todas partes. Esa potencia subversiva nos hace estar en el punto de mira de quienes se benefician de nuestra explotación, que están organizados en una ofensiva patriarcal que también está siendo global.
El auge del autoritarismo y la extrema derecha demuestra la falta de interés de los poderes económicos en nuestros derechos a la par que vacía de contenido las democracias, que ya no se esfuerzan en mantener un barniz de servicios públicos y sociales para convencernos del progreso. Este neoliberalismo salvaje nos tiene enfrente. Nos convierte en objetos que se pueden intercambiar en este mercado global generador de grandes beneficios. Desde Izquierda Unida decimos BASTA a la mercantilización de nuestros cuerpos.
Las mujeres no vamos a permitir que este mundo se siga precarizando a costa de las más vulnerables y que sigan explotando nuestras vidas y nuestros cuerpos. Ni que el odio, el racismo, el machismo, la xenofobia o la LGTBIfobia sean la respuesta de quienes están dirigiendo el planeta hacia la guerra, la desigualdad y el colapso. Defendemos el acceso a los recursos necesarios para cubrir nuestras necesidades en condiciones de igualdad y de sostenibilidad ambiental. ¡Vidas dignas para todas las personas en todas las partes del mundo!
En Izquierda Unida sabemos que no se puede transformar el mundo sino ponemos en el centro de las luchas a quienes estamos en el centro de la explotación capitalista, patriarcal e imperialista. La centralidad del mundo sólo puede cambiarse desde ese “todas juntas” y desde el entendimiento de que nuestros retos como feministas son los mismos que tenemos como sociedad. Por eso desde IU defendemos un feminismo antimilitarista, por la paz y la dignidad de los pueblos y entendemos que debemos luchar con las compañeras y compañeros que luchan por la vivienda, las pensiones, los servicios públicos, el derecho a la tierra y el agua, los derechos de quienes migran o por el trabajo digno.
Este sistema económico necesita unos cuidados a los que ahoga, invisibiliza y hace recaer en nosotras. El capitalismo colapsaría sin el trabajo de reproducción de la vida que llevamos a cabo. En Izquierda Unida reivindicamos la universalización de los cuidados desde la corresponsabilidad con los hombres y el Estado y desde la interdependencia y la ecodependencia.
Desde Izquierda Unida no tenemos dudas, el feminismo no es sólo la lucha de las mujeres, es un prisma que amplifica nuestras luchas, interpelando directamente a las realidades materiales de quienes más sufren y creando alianzas y estrategias para cambiar las desigualdades que vivimos día a día la clase trabajadora.
Este 8 de marzo volvemos a salir a las calles porque todas esas luchas son las nuestras y el enemigo es el mismo que hace 110 años, cuando en Copenhague un grupo de mujeres revolucionarias decidieron que debían salir todas juntas a reclamar el mundo. Porque el mundo es nuestro y vamos a cambiarlo.