El 15 de marzo del año 44 a. C. caía asesinado el emperador romano Julio César, culminando así la conspiración tramada por un grupo de senadores formado por algunos de sus hombres de confianza como Bruto. Desde entonces, Los idus de marzo forman parte del lenguaje común; un término negativo que anuncia la llegada de un momento nefasto, fruto de la conspiración de amigos, enemigos o ambos. Este 15 de marzo, la política española también ha vivido sus peculiares idus de marzo, singularmente entre los dos principales partidos que, por distintas razones, coincidieron en llevar al fracaso la investidura de Pedro Sánchez como presidente del gobierno de España.

El pasado martes comenzaba con tres importantes noticias sobre el partido que ha sustentado al gobierno durante la pasada legislatura, el PP.  A primera hora de la mañana, la Cadena Ser informaba que Anticorrupción, dentro de la investigación de la ‘Operación Taula’, revelaba una trama de blanqueo de capitales orquestada desde el grupo municipal del Partido Popular de Valencia en la que aparece la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, como una de las afiliadas que efectúa la transferencia de 1.000 euros. Seguidamente, quien fuera la “alcaldesa de España”,  en palabras de Mariano Rajoy, y tras su batacazo electoral en las pasadas municipales “blindada” senadora autonómica ofrecía una rueda de prensa para anunciar la aceptación del "ofrecimiento" del instructor del 'caso Imelsa' para ir a declarar voluntariamente; y es que lo que en principio eran "filtraciones" periodísticas que la exalcaldesa desdeñaba, se convertían en conversaciones incluidas en el sumario apuntando algunas de ellas a que Barberá conocía el supuesto blanqueo de dinero llevado a cabo por el PP valenciano, cobrando especial relevancia mediática la conversación de la exconcejal María José Alcón (esposa del exvicealcalde y encausado en Nóos Alfonso Grau) explicando a su hijo el 'modus operandi' de la trama. Poco después, acuciado por los acontecimientos, el vicesecretario de Organización del PP, Fernando Martínez Maíllo, anunciaba en el Congreso la apertura de expedientes informativos a Rita Barberá y a los nueve ediles del partido en Valencia imputados en el sumario por el presunto blanqueo de dinero con donaciones; todo ello, a pesar de que la senadora intentó, el martes, presionar a Génova enviando un mensaje de móvil al vicesecretario de organización del PP, precisamente el encargado de anunciar la apertura del expediente. La corrupción volvía a irrumpir con virulencia en el partido de Mariano Rajoy

A última hora del día, rondando la medianoche, lo que se venía especulando como la primera gran crisis de Podemos cobraba toda su intensidad. Así, en un breve escrito, de tres cortos párrafos, bajo el membrete de “comunicación interna”, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, anunciaba el cese fulminante del hasta ese momento número tres del partido y secretario de organización estatal, Sergio Pascual, acusándole de “una gestión deficiente cuyas consecuencias han dañado gravemente a Podemos en un momento tan delicado como es el proceso de negociaciones para conformar el Gobierno del cambio”, asumiendo el propio Iglesias las funciones del defenestrado. Esta imprevista decisión, el modo de hacerla y el contenido de la misma vienen a revelar, además de una larvada crisis política derivada de un crecimiento de aluvión, que Podemos ha pasado de ser el partido donde las bases deciden, a una organización piramidal donde el líder supremo tiene todo el poder en sus manos. Antes, Iglesias remitía una carta abierta a "los círculos y la militancia" del partido en la que pedía a los suyos mantenerse unidos ante los ataques de los "sectores oligárquicos", llamando a “defender la belleza” y dejando claro que no admitiría ni corrientes ni facciones dentro de Podemos.

Lo cierto es que las últimas encuestas publicadas apuntan que mientras la fracasada investidura de Pedro Sánchez le ha servido a éste para reflotar su imagen y la de un PSOE hasta entonces dividido ante los ojos de la ciudadanía, darle oxígeno a Albert Rivera e iniciar un incipiente reflote de IU, especialmente por las acertada estrategia de Alberto Garzón, quienes se opusieron con mayor virulencia dialéctica a la misma, PP y Podemos, han entrado en una grave crisis de imprevisibles consecuencias. El primero, por la imposibilidad de ocultar la gran trama de corrupción que impregna el partido e imposible de contrarrestar; el segundo porque su crisis de crecimiento ha aflorado los peores males cainitas de los partidos que ellos han criticado con dureza, además de que no han sabido situarse ante su nuevo estatus. Unos y a otros haría bien de cuidarse de los idus de marzo.