Tras la constitución de la Mesa del Congreso de los Diputados, cuya sesión sirvió, además de para dar la mayoría de la misma a la derecha y el centro derecha que lograban así mediante la negociación lo que no habían conseguido en las urnas, que diría Artur Mas, ayer viernes una nueva sucesión de puestas en escena volvían a ocultar lo importante. Así, tras ser recibido por el monarca en su ronda de consultas (por el ciudadano Felipe que diría Alberto Garzón), Pablo Iglesias comparecía en rueda de prensa acompañado por su plana mayor para dar un golpe de efecto (“jugada maestra”, se apresuraban a calificar tertulianos y opinadores) que le volvía a situar en primera línea de salida en una carrera electoral que nunca abandonó, autoproponiéndose como vicepresidente de un futuro gobierno presidido por Pedro Sánchez, aún sin haber mantenido contacto alguno con él; un gobierno en el que le "regalaría" un ministerio a IU para no dejar ningún espacio a su izquierda. Poco más tarde, sería Pedro Sánchez el que comparecía para, como si nada hubiera cambiado tras la propuesta de Iglesias, seguir con su estrategia, insistiendo en que es a Rajoy a quien le corresponde primero intentar formar gobierno, con lo que el líder socialista se aseguraría ganar tiempo para la negociación con Podemos y "achicharrar" de paso al candidato del PP; Sánchez, encajaba el órdago de Iglesias con tono irónico: "entré en la Zarzuela sin un Gobierno y he salido con todos los ministros nombrados". A última hora de la tarde, Rajoy, al que todos daban por muerto, se descolgaba con una osada maniobra política ("brillante" sería calificada por los medios más afines) anunciando que se retiraba  momentáneamente de la “carrera presidencial”, acortando de esta forma los tiempos para la negociación entre Sánchez e Iglesias a los que ya no les cabe "la comunicación" a través de la prensa y a la espera del fracaso de estos para volver a la carga con el apoyo del sector más derechista del PSOE. La sorpresa en las filas del PSOE fue tal que, ya entrada la noche, su secretario de organización César Luena, visiblemente enojado, calificaba de "trilero" y "antisistema" (sic) al presidente del gobierno en funciones por renunciar a formar gobierno. Mientras tanto, pasaba desapercibido que el PP era el primer partido imputado en un caso de corrupción en la historia de la democracia en España por decisión de la jueza Esperanza Collazos y se producía la dimisión de Federico Ramos, subsecretario de Presidencia, por el caso Acuamed; y el paro, la precariedad, las dificultades económicas que pasan cientos de miles de familias y la necesidad de derogar leyes tan perniciosas como la Lomce y la “ley mordaza” desaparecían del imaginario político.

¿De esto se trataba con las apelaciones a la nueva política?