No creo que lo sustancial de la sesión constitutiva del Congreso de los Diputados esté en la fórmula elegida por los diputados de Podemos, la lágrimas de emoción de Pablo Iglesias o la presencia del bebé de Carolina Bescansa en el hemiciclo, que es lo que han destacado los medios de comunicación para distraer al personal. Me parece mucho más importante, porque marca claves políticas para el futuro inmediato, el acuerdo para la formación de la Mesa (por el pacto del PSOE con PP y Ciudadanos y por lo inservible que han sido los diputados del partido de Pablo Iglesias y de las confluencias para impedirlo, lo que a la postre ha llevado a que quien no tiene la mayoría de diputados -derecha y centro derecha- si la tenga en el órgano de gobierno de la Cámara). También me parece un desatino, que se pagará caro, la incapacidad de la izquierda y el centro izquierda para conformar un gobierno con un pacto de mínimos capaz de derogar leyes tan perniciosas como la reforma laboral, la ley mordaza o la Lomce, y peor, si cabe, decirle a la ciudadanía: voten nuevamente porque se equivocaron el 20D; claro que, después de escuchar a Artus Mas decir que los resultados de las urnas se han corregido con la negociación, todo es posible en un país en el que se priman los intereses de partido cortoplacistas sobre el sufrimiento de la gente.
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