El pasado 23 Febrero, a la par que se cumplía el trigésimo sexto aniversario de aquella esperpéntica intentona golpista que dio en llamarse ‘tejerazo’, se produjeron en España dos hechos de naturaleza jurídico-política sumamente inquietantes, que causaron gran alarma social, y que vienen a poner en tela de juicio la naturaleza presuntamente democrática del sistema político en que vivimos. El primero de ellos se refiere a la libertad sin fianza que se otorgó al cuñado del rey Felipe VI después de ser condenado a 6 años de cárcel por el caso Noos. Se le permitió incluso seguir residiendo en Suiza y no se le retiró el pasaporte. Decisión judicial que venía a sumarse a la absolución de su esposa y hermana del monarca, al considerar el tribunal que no fue consciente de las tropelías perpetradas por la sociedad cuya titularidad compartía con su esposo.

El segundo caso hace referencia a la depuración de fiscales, instigada por el gobierno del PP, que se estaban significando en la lucha contra la corrupción, afectando en el caso de nuestra región al fiscal jefe López Bernal, impulsor de la investigación contra el presidente murciano por el ‘caso Auditorio’. El cesado, en una declaración pública, habló de la ‘mafia tipo años 20’ que presionaba e intimidaba a quienes, desde el ámbito judicial, habían emprendido acciones legales contra políticos bajo sospecha. Obviamente, no se estaba refiriendo a coacciones mediáticas, sino a aquellas otras que emanan desde los aledaños del poder y que no tienen otra finalidad que conseguir la impunidad de los corruptos.

En mi opinión, no estamos única y exclusivamente ante casos que vengan a poner de manifiesto que nos encontramos ante una justicia dual, una para ricos y otra para pobres(que también), sino que los hechos descritos, y otros que han venido aconteciendo en este país en los últimos tiempos, vendrían a evidenciar dos características inherentes al régimen político del 78. Por un lado, existen determinadas instituciones y personas que se sitúan por completo en un ámbito de impunidad, paradigma de lo cual es la Monarquía. Ya la Constitución establece que la figura del rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Pues bien, esa intocabilidad parece expandirse, como efecto colateral, hacia el conjunto de personas y entidades vinculadas a la Casa Real. El manto de silencio extendido sobre la utilización de dinero público para ocultar determinadas actuaciones de la vida personal del rey emérito, confirmaría sobradamente esta idea.

Por otro lado, la intervención directa sobre la justicia por parte del partido del gobierno cesando a los fiscales anticorrupción (e interviniendo en nombramientos relativos a altas instancias judiciales), probaría que no sólo estamos ante un fenómeno de corrupción estructural y generalizada que afecta a buena parte de las instituciones, sino(y es lo más grave) que las tramas corruptas que vinculan a los partidos políticos(sobre todo al PP, pero no sólo) con sectores empresariales corruptores, son capaces de neutralizar la actuaciones de los tribunales a través del manejo de jueces y fiscales. Es decir, no existe separación de poderes, de manera que, al igual que sucede en las dictaduras, un poder ejecutivo que quiere encubrir la corrupción de la que se beneficia(y por tanto el delito)es capaz de sustraerse a la acción de la Justicia merced al control casi absoluto que tiene sobre ésta.

Creo que la oposición democrática de este país (circunscrita a Unidos Podemos y sus confluencias, los nacionalistas no contaminados por el 3% y el sector ‘sanchista’ del PSOE) debiera asumir estas dos realidades(la impunidad de determinadas instituciones y la ausencia de independencia de la Justicia) para propugnar un programa de cambios democráticos que, dada su envergadura, sólo pueden venir de la mano de un Proceso Constituyente que trascienda claramente el Régimen de 78, cuyas carencias y limitaciones de naturaleza antidemocrática (además de antisocial) están poniéndose de manifiesto en estos días aciagos para la decencia y la Justicia. Algunos pensamos que el golpe del 23F, en realidad, y a su manera, triunfó.

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