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Lo que la realidad enseña y la ficción revela en ‘Cieça-1477. La sombra del rayo’ Featured

Cieza. 09.05.2024 / Pascual Gómez Yuste.- Exactamente, no se escribe para entender algo, sino precisamente porque algo no se entiende (o no se sabe, que diría Henry James), se escribe. Algo así como si la escritura o la novela (toda su maquinaria de simulación) se pusiera en marcha para la gran operación de desciframiento. A propósito del libro ‘Cieça-1477. La sombra del rayo’ (Alfaqueque Ediciones, 2024), más allá de su indudable calidad narrativa y de su eficaz manera de novelar el saqueo de la villa ocurrido el 6 de abril de 1477, llama la atención por una particularidad: la tendencia crítica del relato consigue poner el foco sobre el cautiverio sufrido por los supervivientes del ataque y hacer reflexionar al lector sobre la realidad vivida. La gracia y el desafío están en contar la verdad de modo que no deje lugar a dudas ni pueda ser malinterpretada.

El escritor Antonio Balsalobre (Cieza, 1958) tiene una forma muy especial de utilizar las palabras en sus novelas, dándoles un peso propio, encontrando una manera de expresarse muy personal. La obra no se aleja mucho de su anterior trabajo, ‘Maryam de Siyasa’, que suele preferir historias ambientadas en lugares que son familiares para el autor. No cabe duda de que quiere entender algo sobre su lugar en el mundo y en la historia, saber por qué determinadas cosas fueron como fueron. A lo largo de tiempo se recibe mucha información sobre este hecho histórico reflejado en el lema del escudo de Cieza, pero muy poca acerca de cómo “marcó a este pueblo la sangrienta algarada nazarí y del cautiverio sufrido en las mazmorras de la Alhambra por las más de quinientas personas que fueron tomadas como rehenes”.

Balsalobre dio un paso de gigante con su anterior trabajo publicado en 2020 por la misma editorial que presenta ésta. Era aquélla una obra que gira sobre la experiencia del exilio, con una mujer como hilo conductor que incluye trasfondo histórico. Ambientada en la Siyasa del siglo XIII, su argumento apela a temas universales. El escritor se mete en la piel de Maryam y su azarosa vida con el lenguaje de hoy. La lengua literaria utilizada discurre con esa agradecida naturalidad del que piensa en voz alta. Entonces, acontecimientos, luchas, afectos y desvelos van tejiendo la trama. Esa mirada “propia, social y humana” que trata de penetrar en lo más profundo, interrogándose por los conflictos básicos del ser humano, está también presente en ‘Cieça-1477. La sombra de un rayo’.

Como una matrioska rusa, el relato contiene múltiples subhistorias, entre ellas incluso una de amor y desamor como espejo de la incertidumbre. Otra vez se trata sobre el sufrimiento de existir, a la que en esta ocasión se da forma a través de “un escribano mudable, una joven que conoce las dos caras de la fortuna, un cronista real nazarí en busca de su memoria en Siyasa, una esposa airada, dos capitanes amigos con vidas paralelas que acaban enfrentados…”. La desnudez de los temas tratados encuentra el contrapunto de un desarrollo argumental conciso que los dota de intensidad. A caballo entre la narración y la relación de sucesos, cabalgando de la realidad a la ficción, las desventuras de sus protagonistas acompañan al lector por un libro soberbio, una oportunidad como pocas de alcanzar con la imaginación y los sentimientos a la vez un mundo de profundas desigualdades sociales.

El hecho de que este escritor ciezano parezca conformarse con los datos ya conocidos sobre este suceso histórico no debe llamar a engaño: se trata de la condición necesaria para poner el acento en lo que de verdad le importa en esta ocasión. “No todas los rehenes pudieron pagarse el rescate exigido. De hecho, en 1492, año de la toma de Granada, todavía quedaban cautivos ciezanos”. La originalidad de su novela no radica, así, en la revelación de los hechos ignorados, sino en la explicación alternativa que ofrece para los que ya se sabían. A través de este procedimiento el lector llega a preguntarse si el ataque se pudo haber evitado. Y es que el desencadenante fue una acción previa de pillaje protagonizada por el adelantado de Murcia. Del mismo modo se habla del fracaso de la vía diplomática para lograr el rescate de los rehenes.

En la presentación realizada a los pies de las ruinas de la antigua fortaleza, los agradecimientos afloran: “A Carmen Carrillo, cuyos trabajos de investigación sobre esta época histórica, así como la publicación de su obra de teatro ‘Crónica y leyenda de una invasión anunciada’, representada durante más de diez años y en la que tuve el honor de participar, despertaron en mí un interés especial por este periodo turbulento y convulso de nuestra historia. Del mismo modo quiero agradecer a Fernando Fernández por su ayuda y por haber aguantado pacientemente mis vaivenes creativos y a Isabel García, in memoriam”. Cuando ese sentido tan propio de la generosidad se une al talento, como es el caso de Balsalobre, convierte al poseedor de esa cualidad en un verdadero escritor.

Esta novela histórica no se ha cimentado en otra cosa que en la capacidad creadora de su autor, engrandecida por el amor a su tierra. Su nombre, Antonio Balsalobre, no despierta curiosidad por otro tipo de glorias mundanas, y sus posiciones solidarias y combativas en el ámbito local, cuando la realidad social del momento las demandaba, no contribuyeron a hacer brillar su estrella, sino a dar la dimensión humana de un hombre tocado por el don certero de la intuición docente. Y es que ha sido profesor de Lengua Castellana y Literatura en Enseñanza Secundaria y de Francés en la Escuela Oficial de Idiomas. Su trayectoria literaria está hecha de esfuerzos personales, construida en el aprendizaje permanente, mantenida por una curiosidad intelectual sorprendente y agitada por un compromiso social innegociable.