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'Isidro. Relato del campo de concentración de Albatera' Featured

Isabel María Abellán deja ver su compromiso humano y social en este libro sobre las voces de los vencidos de la Guerra Civil, que vuelven a mostrar el mundo al que debieron enfrentarse. Y es que la contienda española no terminó el 1 de abril de 1939, que fue sólo el día de la victoria de los generales insurrectos.

Pascual Gómez/cieza.es.-Dar con una gran novela, que es además un alegato contra la sinrazón de las guerras, es cosa tan rara como verdaderamente estimulante. Eso es lo que sucede con 'Isidro. Relato del campo de concentración de Albatera' (La Fea Burguesía, 2016), de Isabel María Abellán, catedrática de Historia que es, sin la menor duda, una escritora fuera de serie.

Su obra es un fresco en el que la lucha por la supervivencia del protagonista, tanto en el frente de batalla como en el cautiverio, se proyecta sobre la Guerra Civil española y continúa para quienes esta contienda fraticida no acabó el 1 de abril de 1939: la callada y dura posguerra de los vencidos.

En la presentación Ana María Valencia, profesora de Geografía e Historia, explicó que novela está muy bien concebida y documentada. Cada capítulo está cerrado, pero el hilo conductor siempre es Isidro. El relato está contado con "mucha veracidad y sinceridad. También tiene otra virtud, la contundencia y al mismo tiempo la sencillez con la que se ha escrito".

Isidro es un miliciano en la Barcelona de los primeros momentos de la Guerra Civil. A esta ciudad, llegan brigadistas procedentes de todos los lugares del mundo; entre ellos Käthe, una joven que huye de la Alemania nazi. En palabras de Valencia, "sin que la autora reitere el anarquismo del protagonista se percibe en toda la novela. No es un libro más sobre la Guerra Civil".

Así empieza una historia que se desarrolla entre el frente de Aragón, la Barcelona convulsa de 1937 y un campo de concentración, el de Albatera, al que son trasladados, desde el puerto de Alicante, todas las personas que no consiguen partir hacia el exilio al término de la contienda. El conjunto del cuadro es realmente impresionante.

Muestra un espléndido trabajo de investigación que está narrado como una novela. "Escribí esta obra a partir de un viaje de estudios que hice a Madrid con mis alumnos de Bachillerato de esa población alicantina. En la Fundación Pablo Iglesias encontré un sobre con los planos de aquel campo de concentración en Albatera. Pedí al archivero que se los fotocopiara. Ahí empezó todo".

Recuerda que el Gobierno de la II República "construyó en un saladar un campo de trabajo para reclusos comunes, en el que nunca hubo más de 700 personas pese a que su capacidad era para más de 2.000, y terminada la Guerra Civil Franco levantó allí un campo de concentración. Yo me interesé por el tema de una manera casual, buscando cartas de las personas que se hacinaron en el puerto de Alicante durante los últimos días de la Guerra Civil".

También rememora que "miles de personas estaban en el puerto de Alicante esperando los barcos que prometió Francia. Algunos llegaron, pero Franco impidió luego que entraran más. Las tropas franquistas separaron a mujeres y niños. Los hombres fueros apartados, algunos fueron fusilados en el acto en el castillo de Santa Bárbara y a otros los condujeron a Los Almendros. Sobre esto Max Aub escribió un libro. Era primavera y pasaban tanta hambre que se comieron hasta las hojas de los almendros. Allí sólo estuvieron unos días".

"Las primeras semanas -prosigue Abellán- estuvieron hacinadas en Albatera entre 20.000 y 22.000 personas. Según los testimonios recogidos, tenían que permanecer de pie, pues no podían sentarse. En ese lugar se encontraba Isidro, que estuvo desde el primer día del campo de concentración hasta que se cerró. En agosto muchos murieron deshidratados. Pasaban un hambre atroz, apenas comían, y sólo les daban un poco de agua cada dos días. Al ser una zona salitrosa era como un horno y se cocían".

La escritora cartagenera convirtió en materia literaria la historia real de Isidro porque, en su opinión, "me pareció muy dura y quise suavizarla. En la novela hay aspectos que son reales de la historia del miliciano republicano, y otras son ficción. La gran licencia literaria que me ha dado muchísimas posibilidades es la creación de un personaje femenino, Käthe. Para ello, le pedí permiso".

En resumidas cuentas, una novela redonda, honda, sugerente, llena de sentido, bien armada y mejor escrita que se presentó este lunes en la Biblioteca Municipal Padre Salmerón dentro de la programación municipal de la II Feria Regional del Libro Infantil y Juvenil. En la presentación intervino el editor de La Fea Burguesía, Fernando Fernández.

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