Adolfo Barrena Salces.- Hoy, el tema, ya no es la libertad de expresión, sino los disturbios causados en los actos de protesta contra la encarcelación del rapero.
Vaya por delante que no comparto, en absoluto, la violencia y que me parece que caer en ella siempre le hace el juego a la misma gente que no es precisamente la que quiere la libertad de expresión y la democracia plena.
Ya lo ven, hoy solo se habla de la bronca, de los "radicales" que destrozan cosas, que queman contenedores, que alborotan la calle.
Ya ha quedado fuera del debate el por qué, en este país, se acaba en la cárcel por rapear, por un tw, por una canción,... que critica a la monarquía, a la iglesia, a los partidos o a las instituciones.
Este puñetero país, aunque se empeñen en decirnos que tiene una democracia plena, tiene un serio problema con la libertad de expresión. Ya me gustaría a mi ver a los medios, y a tertulianos, informar y hablar de los motivos por los que la libertad de expresión está secuestrada. Lo primero por todas esas leyes que conocemos como Ley Mordaza, que le debemos al PP. Con esas leyes el PP amplió, y utilizó, el concepto de terrorismo y convirtió la seguridad ciudadana en un elemento represivo.
Siguen vigentes, en nuestro código penal, delitos que vienen de tiempos pasados como, por ejemplo las injurias a la Corona, a la bandera, o las ofensas a la fe y la religión. Remata la cosa el hacer y deshacer de jueces y juezas, con un particular criterio según quien está en el banquillo, con estos temas y la utilización torticera, y antidemocrática, que hacen de estos delitos y como aplican la ley a según que cosas.
Con todo uno no deja de preguntarse por qué se permite una concentración fascista y antisemita, que ensalza a una división española organizada por el franquismo para ayudar a los nazis, y se carga contra otra que reclama libertad de expresión, y de esto apenas hablan los medios y las tertulias.
No se nos ha olvidado, tampoco, la pasividad policial con la cayetanada que, a golpe de cacerola y bandera, alborotó el madrileño barrio de Salamanca
Por eso se siente asombro al ver lo sucedido en Linares y el diferente rasero aplicado con lo que pasó en Alsasua.
Pena, y mala hostia, se siente al ver a Pablo Hasél en la cárcel y al campechano en Abu Dabi y a su yerno en la calle.
Manda narices que se pueda ir a la cárcel por hacer un chiste sobre la monarquía, o por cagarse en dios y nadie, ni la fiscalía, actúe contra quienes quieren fusilar a la mitad roja de este país.
Pero así estamos.
De paso la cosa le viene como anillo al dedo a esas "gentes de orden" que, por encima de todo, quieren cargarse al Gobierno. Bueno, mejor dicho, quieren echar a Unidas Podemos. Les ha faltado tiempo, a la derecha extrema, a la extrema derecha, a los medios de comunicación, incluida la quintacolumnista cadena ser, para resaltar que "un partido de gobierno no puede apoyar disturbios callejeros". La fauna tertuliana remata. Se da más relevancia a un contenedor quemado que al ojo que perdió una chica en Barcelona por una bala de goma.
Lo de menos es que la movilización surge porque la gente está hasta el gorro de ver que, en este país, no es cierto aquello de la igualdad de todos y todas ante la ley y que la única expresión que tiene libertad es la que no cuestiona el sistema.
Pero lo están consiguiendo, no hay debate sobre la libertad de expresión, ni sobre la Ley mordaza que sigue vigente.
Como tantas otras veces se utiliza un árbol para tapar el bosque.