Pepe Haro.- Quienes tenemos cierta edad, el paso de las décadas ha depositado en el fondo de nuestra memoria una reflexión política que devino, en su momento, mantra absoluto: 'Cuando el mundo de la izquierda abertzale deje de apoyar la violencia y callen para siempre las pistolas y las bombas, y esa importante parte de la sociedad vasca se incorpore con normalidad a las instituciones democráticas, de manera que utilice exclusivamente los votos y no las balas, entonces ese universo político y social formará parte del legítimo juego democrático'. De una u otra forma expresado, éste era el mensaje desde los acuerdos del 87 de Ajuaria Enea. Pues bien, hete aquí que 11 años después del fin fáctico de ETA, la derecha y una parte del PSOE consideran un acto criminal e inmoral llegar a un acuerdo con una fuerza política de la izquierda vasca, que no sólo no apoya ningún tipo de violencia que por otra parte no existe, sino que contribuyó decisivamente al fin de aquélla. A mí se me antoja que esta invocación a la ilegitimidad de acordar con Bildu es un pretexto, una cortina de humo, que pretende esconder la verdadera naturaleza de ese rasgado de vestiduras por el apoyo de aquella organización a los Presupuestos del Estado: impedir que se consolide en el Parlamento una mayoría de izquierda sólida que acometa los cambios sociales y territoriales que este país necesita. Porque si las izquierdas españolas, vascas, catalanas y gallegas suman sus fuerzas, la ola de cambio que viene será imparable. Y eso los Casado, Abascal, García-Page, Arrimadas, Susana Díaz o Fernández Vara no lo pueden permitir.
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