Miguel A. Carrasco Cayuela.- Para la derecha, se han abierto las puertas del infierno y el apocalipsis se ha desatado sobre la política española: Bildu ha aprobado la tramitación de los presupuestos. Diversos voceros de esa derecha no han ahorrado calificativos para referirse al acuerdo que ha hecho posible esa posición de la izquierda abertzale. Repugnante ha sido el adjetivo que más he oído hoy. Bien, la memoria es corta pero la hemeroteca es permanente: siempre está ahí. Y si nos vamos a 1993, descubrimos con sorpresa cómo el gobierno navarro, integrado por UPN y PP, mantiene dos reuniones públicas en sede oficial, no escondidas en el reservado de una cafetería, con una delegación de Herri Batasuna, en un año en el que ETA actuaba con frecuencia, con la finalidad de buscar acuerdos para los presupuestos de la Comunidad Foral. Damos un salto a 2013 y descubrimos cómo Moroto, portavoz actual del PP y entonces alcalde de Vitoria por esta formación, suscribe diversos acuerdos municipales con Bildu, organización de la que el dirigente popular llega a decir que 'ha pretendido la paz desde el principio'. Borja Samper, dirigente vasco de la formación de derechas, afirma por aquel entonces que 'Bildu no es ETA. El futuro del País Vasco se tiene que construir con Bildu'. En fin, que si es la derecha la que se ve precisada a llegar a acuerdos con la organización vasca, no hay ningún problema. Pero si lo intenta la izquierda, es una degradación moral. Eso se llama doble vara de medir y profunda hipocresía. También política rastrera: la que quiere mantener viva a ETA para utilizar un terrorismo que ya no existe con el fin de desgastar al gobierno de coalición. Porque Borja Samper tenía razón en aquella afirmación que líneas arriba reproduzco: EH Bildu es la expresión política de la superación de la violencia por parte del mundo abertzale. Es la certificación del fin de ETA. Es, por otra parte, un partido legal que, para serlo, debe reflejar en sus Estatutos la renuncia a toda forma de violencia. Un partido, finalmente, que se compromete con la lucha social de todo el Estado Español, superando el marco restrictivo de actuación(y reivindicación) nacionalista en el que hace años se desenvolvía. En todo caso, este asunto lo que pone de manifiesto, en toda su crudeza, es que la derecha carece de escrúpulos para mentir y distorsionar la realidad: quieren convencer a la gente de que ETA existe y de que Bildu es su representación parlamentaria. A la vez que intentan ocultar sus pactos con una fuerza, Vox, que reivindica abiertamente el franquismo, y por tanto la violencia política al más alto nivel: la que se ejerce desde una dictadura terrible. Nuestra derecha es como Trump.
