Adolfo Barrena Salces.- No puedo resistirme, aunque hago firmes propósitos para ello, a hablar de quienes gobiernan en Madrid.
Si no fuera tan dramática la cosa, si no hubiera por el medio una grave crisis sanitaria que sigue llevándose gente por delante, sería para empezar a reírnos de estos filibusteros, histriónicos hasta el esperpento, engreídos/as, indocumentados y, a lo que se ve, llenos de rabia y mala hostia.
Con la que está cayendo solo unos destalentados pueden salir pidiendo que "decaiga el estado de alarma" y que "vuelvan a abrir los bares hasta media noche". Son tan prepotentes que llegan a "afirmar" que ellos son España, que ellos son "el motor económico". Un motor, a lo que se ve, gripado por cuanto lo circunscriben a "abrir los bares".
Ayer, para rizar el rizo, Dª Isabel suelta esta gilipollez: "dinamitar el Estado de derecho, con la excusa del bien común, es el camino recto hacia la anarquía y la vuelta a regímenes totalitarios”.
La primera parte de esta "gran frase" sería para que se la aplique el PP. ¿Quien está dinamitando el estado de derecho?, ¿no lo estarán haciendo quienes bloquean para su propio interés el control del poder judicial?, ¿no lo estarán dinamitando quienes se apoyan en la ultraderecha?, ¿no lo estarán haciendo quienes son responsables de haber montado una policía patriótica con fondos reservados?, ¿no lo estarán dinamitando quienes anteponen la economía a la salud?
El bien común. Manda narices que hable del bien común quien afirma que "no va a confinar al 99 % para salvar al 1%. Tiene bemoles oir hablar del bien común a quien antepone el negocio, privatiza la sanidad, le importa un pimiento la contaminación y tiene los transportes públicos saturados, y contrata curas y monjas en vez de personal sanitario.
Lo último, el colmo de la estupidez. Ni puñetera idea de lo que dice. Según esta lúcida mente el "camino hacia la anarquía nos lleva a los regímenes totalitarios".
Que yo sepa la anarquía es la antítesis de una dictadura. La anarquía pretende abolir el estado y suprimir la autoridad y la jerarquía mientras que el totalitarismo es, además de fuertemente jerárquico, controlador absoluto de la ciudadanía.
Ni puñetera idea de lo que hablan, pero.... ahí los tienen, montando una bronca diaria y jugando a eso de "cuanto peor, mejor". Deberíamos estar pensando en cómo resolver la pandemia, en cómo recuperarnos de la que está cayendo, en cómo hacemos unos presupuestos, de cómo gestionamos los fondos que van a venir de Europa,.... pues no, hay que hablar de Madrid, porque eso es lo que busca la derecha más rancia y casposa.