Adolfo Barrena Salces.- Como todo. Nos dijeron que el COVID19 no entendía de clases, que igual afectaba a ricos que a pobres. Puede ser así.
Pero la forma de entender la pandemia, la forma de luchar contra el contagio y la epidemia, está claro que SI que son una cuestión de clase.
Ya argumenté en un post anterior los efectos de clase del confinamiento de determinados barrios y distritos.
Ayer, en Vallecas, en ese barrio obrero en el que nací, volvimos a tener un ejemplo claro.
Se manifestaban vecinos y vecinas protestando contra ese confinamiento injusto y clasista a la vez que pedían más sanidad y menos policías.
El Gobierno de Madrid, ese que preside un personaje como Dª Isabel, ha pedido al Gobierno más policías y el ejército. Nadie se ha parado a pensar que es personal sanitario el que hace falta. Mal debe ir un sitio donde se piden policías y fuerzas armadas cuando hay una emergencia sanitaria. Vuelve a evidenciarse que es cuestión de clase. El colapso sanitario lo sufren, sobre todo, los mismos que están confinados. Son, también, quienes para ir a trabajar (el 80% de quienes trabajan en esos barrios lo hacen en distritos no confinados) se arriesgan en metros, cercanías y autobuses abarrotados.
Ayer vimos otro ejemplo claro. La misma policía que se ponía de perfil, cuando no descaradamente a su lado, ante una manifestación plagada de banderas patrióticas en uno de los barrios bien, cargaba duramente en Vallecas contra la gente que denunciaba el confinamiento arbitrario y reclamaba mejores servicios públicos.
El mismo alcalde que "comprendía" la manifestación de cayetanos acusaba de irresponsables a quienes lo hacían ayer en Vallecas.
El Delegado del Gobierno que ayer ordenó, o permitió, la carga policial contra la gente del movimiento vecinal es el mismo que permitió, o no ordenó disolver, la manifestación de las banderas.
Me duele Vallecas, me duele Madrid y me avergüenza más cada día este puñetero país.