Adolfo Barrena Salces.- Otra prueba de que no hemos aprendido nada, otra evidencia de que la "nueva normalidad" es más de lo mismo, las mismas recetas capitalistas que, pandemia aparte, nos joden la vida.

Nos sirven la fusión como maravillosa, la justifican y defienden los gurús económicos, la fauna tertuliana no cabe en sí de gozo, la prensa aplaude, la bolsa sube la hostia.

Nadie parece recordar que Bankia es lo que es gracias a los miles de millones que pusimos (24.000) entre todos y todas.

Varias cuestiones creo necesario tener en cuenta para valorar lo que realmente significa esta fusión.

Una de ellas es que esto es un segundo rescate de Bankia. En estos momentos, para bien o para mal, el Gobierno controla el 62 % del accionariado de Bankia. Tras la fusión el Gobierno solo tendrá el 14 % del accionariado del nuevo engendro. Esa pérdida de control repercute, como es obvio, en los posibles retornos económicos que, por la vía de los dividendos generados por el negocio, ingresaría el estado, es decir, ingresaríamos todas y todos.

Otra, importante y estratégica, es que esta decisión aleja, más bien dinamita, la posibilidad de que la rescatada Bankia fuese el primer peldaño de una banca pública. Ya que la habíamos rescatado y teníamos el 62 % de su control, podíamos convertir Bankia en una banca pública que fuera capaz de introducir competencia en el sector, que asegure que tengan acceso al crédito público y accesible los elementos más productivos y dinámicos de nuestro sistema como, por ejemplo, el sector de los autónomos, las pymes y las empresas de la economía social y, sobre todo, un banco público que tenga reglas y condiciones justas en el mercado de las hipotecas y atienda sin especular las funciones sociales de la banca como inversiones en vivienda social y atención al medio rural y a la España vaciada. Una tercera, y no menos importante, es que esta fusión, y a lo que parece las otras que están preparando, es que siguen con el proceso del oligopolio financiero. Ya se salió de la crisis con una concentración de la banca que dejó por el camino a miles de empleos y redujo la competencia. Insistir en el oligopolio es concentrar el mercado en unas pocas entidades que, al no tener competencia sana, controlarán y acapararán el mercado imponiendo sus condiciones que, como todos sabemos, son las que interesan al capital y a sus accionistas.

Por mucho que le guste al IBEX, a la derecha, al PSOE y al sistema, la fusión es una mala noticia para la mayoría social. Es, además, una mala noticia para la democratización del sector bancario.

Que nos estén "vendiendo" esta "buena noticia" dice mucho del sistema que tenemos. El capitalismo salvaje y el liberalismo están implantados. Por eso nadie se molesta en recordar que de los 24.000 millones de dinero público apenas se han recuperado 4.000. Imagínense la de rastreadores, profesores, sanitarios, desdobles de aulas, apoyo a los ERTES,... que podrían hacerse con ellos. Pero nada aplauden con las orejas esta fusión que, además, dejará por el camino otros miles de empleos.

Algunos no nos rendimos, seguimos confiando en que, algún día, seremos más. Algún día el mundo cambiará de base y los nada de hoy, los de siempre, todo han de ser.

El día que perdamos la esperanza nos habrán ganado del todo.