Antonio Rodrigo Torrijos.- Los niveles de degradación de cierta prensa son, desgraciadamente para el periodismo riguroso y profesional, escandalosos y provocan auténtica vergüenza de la propia y de la ajena.
Ayer el periódico "El Mundo" publicaba sendas reseñas ejemplos de esa degradación.
Una sobre Pepa Flores (actriz, cantante, Goya de Honor 2020 y...comunista) en la que pretendía descalificarla con epítetos inaceptables por machistas y groseros.
La otra sobre el general golpista Millán Astray donde, por el contrario, utilizaba otros términos (amables y antihistóricos) con la intención de "blanquear" su figura y papel en el cobarde golpe militar de 1936.
Cuesta creer que ciertos medios, antaño serios y más o menos críticos, hayan depauperado su papel tan lamentablemente y, de paso, a la digna profesión periodística.
Sirvan estas palabras para reivindicar la figura de Pepa Flores (y de tantos como ella, arteramente tratados por estos medios) y como reflexión respecto a que una de las prioridades de la democracia, en el actual contexto, es, inexcusablemente, exigir y trabajar por la ecuanimidad, independencia, rigurosidad y profesionalidad de los llamados medios de comunicación y, al tiempo, acabar con el mercenarismo existente entre tant@s "juntapalabras, que se autotitulan periodistas.
En fin, no sé si se me entiende...