Adolfo Barrena Salces.- En el caso del exilio republicano, no solo el exterior, sino también el interior,  sucedido ya hace más de 80 años, estamos hablando de  centenares de miles de personas que huyeron como pudieron por las fronteras del país, pero también hablamos del exilio interior, ese que sufrieron quienes no pudieron irse.

El exilio interior lo vivió quienes creyeron que, acabada la guerra, se acababa el sufrimiento y el miedo. Esta gente es otra de las caras del exilio porque sufrieron, aquí, en este país,  la crueldad asesina del franquismo y sus prácticas genocidas con toda la población relacionada con los republicanos y las organizaciones sociales, sindicales y políticas de su entorno.

En el exilio interior se vivieron masacres como la que sufrió la gente que huía de Málaga, población civil toda, para intentar llegar a Almería. Fueron bombardeados y hubo entre 3.000 y 5.000 víctimas mortales.

Las cifras hablan de casi medio millón de personas las que, forzadamente, huyeron, se exiliaron. 440.000 pasaron a Francia y otras 15.000 fueron a Argelia, colonia francesa en aquellos días.

Añadan a ello los más de 30.000 niños y niñas que salieron de sus casas y familias.

Nos dicen las cifras que, unas 200.000 personas, regresaron a España al creerse el ofrecimiento de Franco de "acoger a quienes no tuvieran delitos de sangre". Quienes lo creyeron y regresaron fueron encarcelados, juzgados sin ninguna garantía, marginados al intentar conseguir trabajo y muchos, directamente ejecutados. Quien pudo volvió al exilio.

Quienes quedaron en Francia fueron retenidos en centros de "acogida" ,  en unas condiciones que acabaron con la vida de miles (recomiendo ver la exposición sobre el campo de Gurs que está en el IACC Pablo Serrano de Zaragoza). La única opción que se dio fue la de trabajar en los campos de trabajo y lo peor llegó con la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi que llevó a miles de exiliados a campos de exterminio como el de  Mauthausen, donde murieron 5.000 españoles.

No mejoró mucho la cosa tras la derrota del nazismo por cuanto Franco seguía considerando que eran "apatridas", no tenían país al que volver,  y muchos y muchas, en el exilio, sufrieron persecución por su militancia política. Los aliados no querían saber nada del anarquismo y del comunismo y por ello fueron, una vez más, perseguidos.

Esto fue el exilio republicano.

No me hagan juegos de palabras, ni me vengan con la definición del diccionario para justificar una tremenda metedura de pata.

No me vengan con eso de que, gracias al error, los fascistas han reconocido el exilio republicano. No sean ingenuos, esta gente es la heredera de quienes dieron el golpe de estado y no tienen el más mínimo interés en dignificar a sus víctimas.

Tampoco intenten justificar el cabreo por el desaguisado cometido por D. Pablo con el barniz del anticatalanismo. Poco debe conocerme quien así argumenta.

D. Pablo, como todo el mundo, tiene derecho a equivocarse. Lo que creo es que, por ser quien es, tiene la obligación de reconocer el error y pedir disculpas. Y no me vengan, que tampoco cuela, con eso de que dudo del respeto y compromiso de D. Pablo con las víctimas de la dictadura, no tengo la más mínima duda.