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“De mayor quiero ser bombero”… Featured

Bartolomé Marcos

Y digo yo: ¿y quién no?, sobre todo después de haber visto en acción a los esforzados “matafuegos”, envueltos en heroica aureola para la mentalidad ingenua y generosa de los niños. Así que la afirmación desiderativa contenida en el título de este libro, es un genérico cuya paternidad no hay por qué atribuirle en exclusiva a José Antonio Marín Ayala, su autor y antiguo alumno mío, aunque él no se acordaba (y mira que el zagalico tiene buena memoria y -sobradamente demostrada- acumulativa capacidad enciclopédica en rico venero que parece inagotable). Antiguo alumno mío como les digo (aunque yo no le enseñé todo esto ni de lejos…ni de coña…ya me habría gustado…) y autor de este libro único e inclasificable, que es un ensayo, sí, pero que es también una novela, o al menos tiene la intensidad y la fuerza narrativa en su desenvolvimiento de las mejores novelas, con sus personajes destacados, el Largo, el Terry, el Abuelo… algunas de cuyas caras (detrás de esos apodos) muchos lectores con una cierta edad seguramente podrán entrever y adivinar, desbrozando en la nebulosa de sus recuerdos porque son personajes de aquí mismo…y de no hace tanto, que comparten protagonismo, en este libro río, mar, océano y universo, con Newton, Einstein, Edison o los mismísimos Alejandro Magno y Nerón. Un libro heterogéneo, diverso, proteico y vivo, que es también, ocasionalmente, poema lírico, con un protagonista fascinante, el fuego, aborrecido y amado a partes iguales, que ha acompañado al ser humano desde hace miles de años y que ha jalonado de grandezas y miserias, ambas casi siempre trágicas, su devenir sobre la Tierra desde tiempo inmemorial; un libro que es igualmente un cantar de gesta y gestas, las de sus héroes, los matafuegos, así como un entretenidísimo libro de historia, con mucha historia y con muchas historias dentro, un manual de divulgación científica, por su alarde de documentación, y una guía de iniciación al tantas veces desconocido o no siempre bien conocido oficio de servir a la sociedad cuidando de ella y protegiéndola frente a avatares, calamidades, accidentes, incendios, catástrofes naturales, e  imprevistos desagradables de cualquier tipo. Un libro original, útil y muy valioso, de los que no se agotan en una sola y simple lectura, sino que sirven realmente para toda la vida, hasta como libro de consulta y cabecera, sin dar cabezadas.

Bien puede decirse que nos encontramos aquí con una obra en la que se pone en práctica y explicita el conocido axioma de la pedagogía clásica de deleitar instruyendo, o, cuando menos, de no aburrir…y es que las muchas páginas de este libro se devoran con fruición y sin cansancio, se degustan y saborean con placer, logrando interesar y enganchar al lector, contagiado de la curiosidad intelectual y profesional que revela su autor, que –él sí-  consiguió en la vida su sueño de ser bombero, que aún lo es, que nunca dejará de serlo, que está enamorado de su profesión, además de enamorado de su mujer, y que parece animar su empeño de culminar este libro, y la gran capacidad narradora que demuestra, poniendo de manifiesto una admirable –y envidiable- fluidez narrativa, salpicada muchas veces de rasgos subjetivos y personales que dotan al libro de auténtico estilo,  no sólo por su originalísima concepción y diseño, sino también desde el punto de vista del lenguaje empleado.

De mayor quiero ser bombero” nos lleva de sorpresa en sorpresa y de descubrimiento en descubrimiento a lo largo de sus más de trescientas interesantísimas y amenísimas páginas, que en ningún momento cansan, sino que, por el contrario, dejan al lector con ganas de más. La curiosidad intelectual es el motor de arranque, y el servicio a los demás la motivación última y principal de una obra de ambición enciclopédica que se ha gestado por un ciezano, desde Cieza y para el mundo. “De mayor quiero ser bombero”tiene como hilo conductor la historia del ser humano y su convivencia, a menudo nada pacífica, con el objeto de adoración por las civilizaciones más antiguas y el más terrible de los cuatro elementos de la antigüedad: el fuego.Por sus páginas desfilan filósofos, alquimistas, místicos, científicos, inventores y todos aquellos que, de una u otra manera, se sirvieron de él para desentrañar el misterio que lo envuelve, el origen de la materia de la que estamos hechos y los avances tecnológicos que brindó a la humanidad. De mayor quiero ser bombero”es también el relato de las invenciones y estrategias con que se dotó el ser humano para presentar una mejor protección frente a su azote cuando se producía su metamorfosis en incendio, haciendo más segura y atractiva la profesión de matafuegos. De la mano del Abuelo, el jefe de un emblemático parque de bomberos que en su infancia descubrió el fascinante mundo de los matafuegos y de mayor quiso ser bombero, descubrimos nosotros también esta hermosa profesión a través de su propia existencia y la de otros muchos que la han hecho grande como el Largo, el Terry, don Bigotes o Pepón, auténticos “caballeros templarios redivivos” pues que en el Templo se iniciaron, arquetipos de seres excepcionales entregados al servicio de los demás ante cualquier emergencia. Y todo ello adobado por una narración desenfadada y no exenta frecuentemente de cierta ironía y sentido del humor, en una línea literaria en la que José Antonio Marín Ayala inscribe su nombre por derecho propio junto a los de otros ilustres ensayistas españoles como el médico endocrinólogo Gregorio Marañón Moya, el filosofo Fernando Savater o, sobre todo, el incluso divertido y hasta chistoso, guasón y escéptico escritor extremeño Juan Eslava Galán, con sus historias de España y del mundo contadas para escépticos.  Fina ironía y sentido del humor en un estilo de línea clara y directa, que funcionan como eficaces edulcorantes para hacer más llevadero y agradable el relato de la azarosa y peligrosa vida en la que desenvuelven su labor cada día los matafuegos. José Antonio Marín Ayala hizo realidad su sueño de ser bombero. Después de este libro no cabe ninguna duda de que lo hizo desde la generosidad en la entrega al servicio y con los mayores requerimientos de autoexigencia en rigurosos estándares de profesionalidad. Yo, sin embargo, de niño nunca pensé que de mayor me habría gustado ser bombero, pero sí lo he pensado tras leer este libro, de espléndida portada, lomo y contracubierta,  diseñados por Adrián Marín Ruiz, hijo del autor, que probablemente sí habrá pensado alguna vez en postular para sí mismo el caballeroso, caballeresco, honrado y arriesgado oficio de su padre. Para mi ya es demasiado tarde…entre otras cosas porque yo no pasaría ni la más sencilla de las pruebas físicas para serlo, que, por cierto,  también se detallan en el libro, un libro en buen papel, suave al tacto y encerado, que huele deliciosamente a libro y librería de los de antes. Léanlo. No se arrepentirán.

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