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“Dos sonetos” Featured

 Bartolomé Marcos

Iba yo el otro día, andando- y pensando- como de habitual saben que suelo hacer, cuando me vinieron a la cabeza los intensos y vibrantes versos del soneto “Como el toro”…de Miguel Hernández. Alguien, un excompañero de trabajo, Cristóbal Pastor Ayala, al que acabé reconociendo en su valía personal y profesional y en su incontestable y muchas veces beligerante y valiente ciezanismo, que en mis artículos -decía él- se solía percibir un cierto deje, un aire entre melancólico y mortuorio, una cierta obsesión-fijación, con el sufrimiento y con la muerte. Le reconocí que no solía fijarme en esas cosas cuando escribía, pero que, probablemente, si él lo percibía como lector, tendría razón y algo habría de eso. Así, quizá para darle la razón del todo, me han venido a la mente esta semana -la de mi 71 cumpleaños el 15 de Mayo, ahí es nada… dos sonetos, maravillosos, pero -indudablemente- funerarios. Uno es el soneto de Miguel Hernández “Como el toro”, vigoroso, fuerte, enérgico, trágico. Dice así:

Como el toro he nacido para el luto y el dolor,/ como el toro estoy marcado/ por un hierro infernal en el costado / y por varón en la ingle con un fruto./

Como el toro lo encuentra diminuto/ todo mi corazón desmesurado,/ y del rostro del beso enamorado,/ como el toro a tu amor se lo disputo./

Como el toro me crezco en el castigo,/ la lengua en corazón tengo bañada/ y llevo al cuello un vendaval sonoro./

Como el toro te sigo y te persigo,/ y dejas mi deseo en una espada,/ como el toro burlado, como el toro./

Yo me llamo (ya saben ustedes), Bartolomé Marcos, y fui nascido de Antonia Carrillo, la Antonia del Campo (de la Corredera, por más señas, a donde alguna vez viajé montado en el Chicharra, y alguna que otra vez en el carro de mulas de mi chache Perico, el único hermano varón de mi santa madre). Nací un 15 de Mayo, festividad de San Isidro Labrador, que imprimió carácter en mí y me hizo pueblerino y paleto para siempre, como los de Ascoy, por mucho chalé del que presuman. Astrológicamente nací bajo el signo de Tauro, aunque no llego a toro, que ese es Carlitos Alcaraz (en autodefinición propia). Como el toro soy noble, perseverante y hasta terne y cabezón, y llevo impresa en mi ADN la querencia de las tablas y la sombra funesta de la muerte. El soneto de Miguel Hernández, de las mejores cosas que recuerdo de mis clases de Lengua y Literatura Castellana en el Instituto “Diego Tortosa”, en uno de los mejores manuales para la enseñanza de la Lengua y la Literatura con los que me he tropezado nunca, de Vicente Tusón y Fernando Lázaro Carreter, de la Editorial Anaya. ¡Qué placer, señor, con la de bodrios con mucho colorín y pretendidamente didácticos con los que me tuve que pelear después durante tantos años!

El segundo de los sonetos es aquel que habitualmente se publica bajo el título de “Amor constante más allá de la muerte”, fúnebre ya de partida, pero que en realidad habla del amor como única fuerza, sentimiento o emoción humana capaz de vencer a la muerte. Para mí, con diferencia, este es el mejor soneto de la historia de la literatura española, paradójicamente obra del mayor desengañado del amor y acomplejado y amargado misógino que fue Francisco de Quevedo y Villegas. Lo transcribo a continuación:

Cerrar podrá mis ojos la postrera/ sombra que me llevare el blanco día,/ y podrá desatar esta alma mía/ hora a su afán ansioso lisonjera;/

mas no, de es otra parte en la ribera,/ dejará la memoria en donde ardía:/nadar sabe mi llama la agua fría/ y perder el respeto a ley severa./

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,/ venas que humor a tanto fuego han dado, / medulas que han gloriosamente ardido,/

su cuerpo dejarán, no su cuidado,/ serán ceniza, mas tendrán sentido,/ polvo serán, mas polvo enamorado./

El soneto “Amor constante más allá de la muerte”, de Quevedo, está planteado en un intenso crescendo de depuración formal-expresiva, y de progresiva concentración conceptual, hasta llegar al que seguramente es el mejor endecasílabo escrito jamás en castellano- polvo serán, mas polvo enamorado… Esa es la mejor manera, si no la única, de combatir el olvido, transmutarse en emoción y reintegrarse al polvo cósmico, renunciando a la casuística comiquera del abuelo Cebolleta. Por eso, iniciativas como la que tuvo lugar el jueves, 12 de mayo, en el Capitol de Cieza, de recordar la trayectoria, acontecimientos destacables, y personas significadas en el movimiento ciudadano de reivindicación y defensa del Hospital Comarcal de Cieza conocido como “Plataforma Pro Hospital”, por legítimo que sea, que lo es, no deja de ser sino alimento para los fuegos de artificio de “la hoguera de las vanidades”. Sabed queaquello, si se hizo por amor, está ya, por eso mismo, a salvo del olvido. Otra cosa es que a uno le baste o le reconforte suficientemente. Quedó la huella grabada a fuego. Nos puede engullir el último agujero negro descubierto en el centro de la galaxia, Sagitario A. Nadie se va a enterar. Nadie nos va a echar de menos ¿Y eso qué importa? Todo será ceniza, pero será “ceniza con sentido”.Será polvo, mas polvo enamorado. Aunque no lo supiera nadie…¿Qué más da?

 

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