Desencantado de las modas y de los estilos, el poeta ciezano ha habitado sus poemas de emociones humanas. Para él la poesía carece de cronología. Es una aventura constante. Es liberadora. "La poesía me salva. Es algo que te ayuda a entender el por qué de las cosas y vislumbrar la belleza incluso donde no la hay. Es necesaria".
Pascual Gómez/Cieza.es.-Su nombre, el de Miguel Ángel Ortega (Cieza 1983), figura junto a los de Ana Vidal, Antonio Montes y María Ángeles Manzano, finalistas del Premio Adonáis de Poesía 2014. Es el único ciezano que puede presumir de ello con el poemario 'Memorias del fantasma' y cabe recordar que fue galardonado con el Premio de Poesía Barcarola en 2009.
En el acto literario 'Poemas del tiempo y la distancia' Ortega devanó la madeja de los recuerdos y habló de su infancia, del joven que tuvo que marcharse fuera del país para buscarse la vida. Evocó la gran satisfacción personal que le supuso ganar el Premio de Poesía Barcarola con 'La edad del mediodía' y picoteó diversas anécdotas personales.
"Fue un libro que recibí más que escribí. Fue el azar el que quiso que brotaran esos versos durante el invierno de 2008". El poeta Félix Grande elogió ese trabajo como una obra emocionante, "que está muy vinculada a la poesía de Vallejo, no sólo a ciertos préstamos del lenguaje, sino también a la mirada llena de piedad y gratitud a su propia familia porque hace referencia a su abuelo".
Todo en el encuentro poético fue fluido y transparente. Él recitó un buen puñado de poemas extraídos del libro premiado que, en su opinión, "mucho tiene que ver con mi infancia". Y es que la poesía es el retorno al paraíso perdido de la infancia. Un gran encuentro, ligero y hondo, divertido y emocionante, muy completo.
Quien haya visto recitar en directo a Ortega sabe que sus intervenciones las ofrece con una guitarra a mano para tocar si se tercia. También echó mano de 'Memorias del fantasma', una obra de la que se siente muy orgullo. Y declamó con desenvoltura y sensibilidad poemas como 'La luz aquella' y 'El cofre aquel'.
Ortega reflexionó: "El amor es una especie de religión y se parece mucho a un templo; es un dios que nos ocupa como un templo y si lo merecemos, estamos en disposición de habitarlo. Si nos deja, quedamos abandonados. Hay que saber decir adiós y curarse la herida recibida". Así de claro. Y así de sencillo.
El periodista que ejerció en los diarios nacionales El Mundo y Público seleccionó 'Partisano' de un trabajo inédito titulado 'Nómadas', fiel a sí mismo y sus creaciones anteriores de la misma poética, pero aportando nuevos matices. Le gusta jugar con la idea de que la poesía forme parte de la vida de las personas.
Tiene la fortuna de trabajar en algo que le gusta mucho y tener siempre cerca, por ello, a la poesía que permite una creatividad especial. "Soy periodista, y mi pasión y vocación es mi trabajo. Esto me crea un conflicto porque me gustaría hacer poesía todo el momento. Me gustaría habitar ese territorio todo el tiempo, pero esto no es posible".
Para él la poesía carece de cronología. Es una aventura constante. Es liberadora. "La poesía me salva. Es algo que te ayuda a entender el por qué de las cosas y vislumbrar la belleza incluso donde no la hay. Es necesaria". En ese momento, miró a su padre entre el público, sonrió y la complicidad se hizo patente.
El ciezano es una de las voces jóvenes en constante crecimiento poético, un hecho que aquí se vio refrendado con una intervención extraordinaria. Su manera de declamar es apasionante de principio a fin y llega al público de forma arrolladora. No extraña, por tanto, el éxito que obtuvo en la carpa municipal con ocasión de la I Feria del Libro Infantil y Juvenil.
