Pascual Gómez/cieza.es.- El respeto por la tierra ha convertido a esta antropóloga, activista y feminista hasta el alma en una suerte de inspiradora de la conciencia en defensa de una alternativa ecofeminista al modelo económico. Por eso es bueno escucharla, porque ese respeto no ha calado aún lo bastante en la sociedad, y quizá para cuando lo haga ya sea demasiado tarde. Sus reflexiones son un grito que pretende movilizar a la gente frente a un sistema concebido para incrementar los beneficios de unos pocos, los de siempre, y acentuar diferencias entre ricos y pobres. Éste es el reto para una generación nacida en la sociedad del conocimiento y que puede dejar como herencia un mundo más sostenible e igualitario, aunque "paradójicamente hemos desarrollado una cultura que da la espalda a aquello que nos mantiene la vida". Muy crítica con la economía de mercado, que ha hecho del planeta un conjunto desigual al aplicar una metodología semejante a la medicina del siglo XVIII, cuando los médicos usaban sanguijuelas para extraer sangre a sus pacientes, a quienes a menudo mataban en el proceso.

Yayo Herrero López (Madrid, 1965) visitó este lunes Cieza para dar una conferencia, 'La tierra no es nuestra, nuestros cuerpos tampoco', en el Club Atalaya Ateneo de la Villa, dentro de la programación municipal del Día Internacional de la Mujer promovida por el Consejo Local de la Mujer y en el marco del ciclo 'Una educación para el siglo XXI'. Para la activista madrileña, la evolución de la economía de mercado es un sistema que afecta negativamente al conjunto de la población mundial, el progreso y el medioambiente, y que toma sus decisiones al margen de sus intereses. La supeditación de las políticas económicas y medioambientales de los gobiernos a las directrices de los mercados profundizan la desigualdad entre los países desarrollados y los que están en vías de serlo, y condenan a la miseria a las clases más vulnerables. "Nuestro sistema económico se ha configurado de manera irracional. Estamos en un modelo que se sostiene produciendo y consumiendo a gran escala, lo que a su vez se basa en recursos finitos de la naturaleza, algo imposible de mantener, y lo que llamamos crisis ecológica es la evidencia de ello. Por ello, necesitamos transitar urgentemente hacia otro modelo que ponga la vida en el centro", aseguró.

A lo largo de su intervención clarificó con su análisis la realidad de la economía y sus efectos sobre la sociedad y el medio ambiente. "Ningún sistema económico puede plantearse crecer ilimitadamente si necesita bienes naturales, porque tienen un tiempo límite, incluso aquellos que llamamos renovables como el agua. Debemos tener muy en cuenta los límites físicos de la naturaleza y los de nuestros cuerpos, que por definición son vulnerables. Por debajo de la actual crisis financiera hay otra ecológica, de la que no se habla. Por ejemplo, vivimos en un mundo que come petróleo, sin tener en cuenta que se ha llegado a la extracción del 50 por ciento de las reservas mundiales, singularmente, del petróleo más fácil de extraer y con mayor capacidad energética. La cantidad de tecnología y las inversiones requeridas para obtener el combustible fósil hace que cada vez sea menos rentable". También puso el acento en la crisis ecológica que, a su juicio, "profundiza la brechasocial entre el centro y la periferia del mundo", y añadió que, "mientras el norte se ha convertido en un gran centro consumidor de productos y generador de residuos, el sur pasa a ser una gran área de extracción de materias primas y el gran vertedero del planeta".

También abordó los principios básicos del neoliberalismo: el mercado manda, recorte del gasto público para servicios sociales, desregulación, privatización y eliminación del concepto de bien común. En su opinión, "cuando se aplican políticas de recortes estas recaen en las mujeres porque van en contra de los hogares". Es ahí donde dejó ver más críticamente los defectos de una manera de pensar coja de feminismo muy extendida en la actualidad para enfrentarse a la sociedad patriarcal. "Las mujeres han sido y son las que se han ocupado de cuidar cuerpos. Si somos mayoritariamente mujeres las que lo hacemos es por la división sexual del trabajo propio de sociedades patriarcales". Herrero no se lo pensó ni un segundo al afirmar que "a la mujer se le asigna el rol de cuidadora. Cuando se asume este papel aparece el estereotipo de 'la mala madre', 'la mala hija' o 'la mala esposa'. Las mujeres en los últimos años han salido al espacio público y accedido a empleos remunerados; sin embargo, no se ha producido la contrapartida; los hombres no han asumido las tareas domésticas y de cuidados que se requieren para mantener la vida humana".

De todo esto y más trató esta charla que se convirtió en una conferencia de síntesis, clave para entender el ecofeminismo. Una intervención de aproximadamente cincuenta minutos que se siguió con mucho interés por un aforo completo, y esto no sorprenderá a quienes conozcan sus tan celebradas reflexiones, tanto por nuevos lectores como por los ya familiarizados con la trayectoria de la que fuera coordinadora de Ecologistas en Acción. Su discurso abogó por la necesidad de volver a poner en valor la vida, "pero una vida que merezca la pena ser vivida", y compartió con el público su mirada ecofeminista que cuestiona el modelo de las sociedades actuales: "Construyen una formade ver la vida que sistemáticamente ha declarado la guerra a los cuerpos y los espacios de nos sustentan". Yayo Hererro comenzó y terminó con la misma idea -recurso que se denomina 'redondear el discurso'- y que no deja de ser un acierto para una persona que es un buen ejemplo de excelente oratoria: "Somos seres completamente ecodependientes e interdependientes. Ecodependientes porque todos los recursos y bienes que utilizamos para todas nuestras actividades salen de la naturaleza; e interdependientes, porque es imposible pensar la vida de un ser humano sin la ayuda de otro ser humano".