Ana M. Valencia.- Aunque persista en algunos ámbitos la obstinación por negarlo, si hay dos cosas que estuvieron íntimamente unidas fueron la Segunda República y la cultura. En ningún periodo de la historia de España se luchó más, ni más denodadamente por extender el libro y hacerlo accesible a tod@s. Mucho de ese espíritu se vivió en el Club Atalaya el doce de Abril en el marco de la celebración de la decimocuarta semana conmemorativa de la República, con la presencia del escritor vasco Patxi Zubizarreta. El encuentro iba como acertadamente decía el programa mucho más allá de la literatura y son testigos de ello tod@s l@s que tuvieron el acierto y la fortuna de estar allí esa noche.
Patxi Zubizarreta ha recibido por su obra premios, menciones y reconocimientos, lo que parece el peaje necesario para que su voz pueda oírse en el griterío general y con ella el eco de otras voces apenas audibles por derrotadas. La escritura de Patxi Zubizarreta tiene esa cualidad extraña de contener al mismo tiempo, dulzura, claridad y potencia a pesar de encarar los dolores de la realidad. Paul Celan se preguntó en su día si podría haber literatura después de los campos de exterminio, y quizás la historia y algunos autores entre ellos P. Zubizarreta le han contestado que sí, que no solamente puede haber literatura sino que es necesario que la haya, aunque sólo sea para las víctimas no mueran por segunda vez asesinadas por el olvido. No es fácil esta literatura que tiene que hablar de lo terrible, de la espantosa violencia que unos seres humanos ejecutan y otros padecen, de una cadena de tortura, aniquilación y sufrimiento que parece no acabar nunca, cambia de país, de tiempo, de rostro, pero no cesa. Cuando olvidamos que ha existido y existe, le damos amparo al crimen y se lo negamos a las víctimas.
Así siendo el caso de los campos de trabajo-exterminio de la dictadura franquista solo un capítulo más de esta historia de infamia, es un capitulo nuestro y es a nosotros a quién corresponde escribir su historia, hacerla llegar a tod@s, y la literatura puede ser un camino; el logro de la literatura en este libro es darle una intensidad y a pesar de todo una belleza en el relato que alienta la memoria. Maravilla en la lectura del libro que en un relato con una historia tan terrible de fondo, sea el mismo relato el que consuele al lector a través de la pura belleza de las palabras sencillas y de la ternura delicadísima hacía las víctimas.
Es difícil para quienes estuvieron allí explicar porque fue tan especial un encuentro que terminó con la voz dulce del autor cantando una nana en euskera, puede que la sinceridad de un escritor más preocupado de las palabras y la justicia que de si mismo construyera un silencio en el que tod@s nos reconocimos, puede que se tratase solo del presentimiento compartido de que la vida es más fuerte y más diversa que toda la barbarie, o sólo el convencimiento de que la palabra y la literatura nos ayudan a vivir siempre. Por eso hoy tenemos mucho que celebrar porque es el día del libro, porque existe este libro.